
Lucía Miranda es una directora de teatro poco conocida todavía en los grandes templos de las artes escénicas; tiempo al tiempo. Tampoco los actores de la compañía Cross Border Project, que dirige, salen en la tele con asiduidad. En su corta trayectoria sobre las tablas, la directora suele coger al toro por los cuernos, darle unas vueltas a sus temas en la batidora y remover las entrañas de los espectadores con sus textos de denuncia social.
Por ISAAC MACHO
La Asociación de Directores de Escena de España (ADE) acaba de concederle el premio José Luis Alonso de Santos 2013 para jóvenes directores a Lucía Miranda (Valladolid, 1982) por el montaje Perdidos en Nunca jamás. Una parábola perfecta que muestra la borracha situación por la que atraviesa la sociedad española donde los jóvenes ven cómo se apagan sus ilusiones de encontrar trabajo en su ciudad, en su región, en este país que se llama España.
Esta adaptación del personaje Peter Pan, creado por James Matthew Barrie, muestra a través de una periodista las escasas oportunidades que le quedan de realización personal y profesional. Para Miranda, Perdidos en Nunca jamás ha sido “un espacio de mi compañía y de mi equipo donde sentirme segura entre tanta crisis, es –se desahoga- un nido de hadas”.
La segunda producción de Cross Border Project presenta la cruda realidad ante la falta de perspectivas de los jóvenes en su propia casa, en el País de Nunca jamás Trabajarás en lo que Estudiaste, España. Quizás, el reconocimiento de la ADE sirva, según afirma la directora galardonada, para “quedarme a trabajar en España y no irme”. Y continúa con su discurso: “si Perdidos… hubiera ido peor yo hubiera acabado loca, triste, o vamos, sin saber qué hacer, y hubiera intentado coger la maleta de vuelta y volverme al extranjero”.
Pero el premio recogido en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid ha renovado su resistencia y “me dan ganas de quedarme, de que no me echen –porque no nos vamos, nos echan–, de seguir haciendo teatro en España aunque sea con las condiciones tan lamentables en las que se hace”, opina la joven directora teatral.
Y, de hecho, este laurel profesional que le han colgado los compañeros de profesión, piensa la directora de Cross Border Project, puede abrir el camino a que salgan más bolos. “Me gustaría que Perdidos… se viera más, que los programadores arriesgaran y confiaran más en una compañía joven sin actores de tele, pero avalados con premios y crítica”.
Desde 1992, fecha en que comenzó a otorgarse el premio a los jóvenes directores, Lucía Miranda es la tercera mujer en hacerse con el galardón después de Laila Ripoll y Ana Zamora. También recibieron esta distinción Álex Rigola, Eduardo Vasco, Calixto Bieito o Ernesto Caballero.

El teatro como herramienta de cambio social y educativo son los ejes sobre los que giran las propuestas de esta compañía. Miranda, que creó Cross Border Project en 2010, comenzó su carrera como directora profesional en Nueva York, estrenando De Fuente Ovejuna a Ciudad Juárez. Una versión del clásico de Lope de Vega donde las campesinas se transformaban en trabajadoras de maquila y en el que se denunciaban los feminicidios de la fronteriza ciudad mexicana. Por esta producción recibió en 2011 el premio ACE (Asociación de Críticos del Espectáculo en Español) al mejor espectáculo de teatro clásico y el premio HOLA (Hispanic Organization for Latin Actors) a la producción más destacada en Nueva York. La compañ
La compañía obtuvo, por este espectáculo, la Mención Especial del Jurado de Almagro Off. Recientemente, ha dirigido Las Burladas por Don Juan, estrenado en el Teatro Sánchez Aguilar de Ecuador, un montaje que ganó el premio “El Violento no es Valiente” concedido por ONU Mujeres y UNICEF por su trabajo en contra de la violencia de género. En los últimos dos años sus trabajos se han visto en festivales internacionales como el Festival Africano de Teatro Foro en Senegal o el Fringe de Edimburgo.
- Perdidos en Nunca Jamás podrá verse, de nuevo, del 24 de abril al 4 de mayo en el CNC-Sala Mirador de Madrid.
