
El realizador astorgano Javier Gutiérrez (Saberius) entrevista a la actriz Mireia Ros, uno de los rostros visibles del cine del destape de la década de 1970, que posteriormente también ha abordado otras facetas de la creación cinematográfica como directora y productora. Ros ha participado en el Festival Luna de Cortos, que cerró su novena edición el pasado sábado.
Por JAVIER GUTIÉRREZ
Desde astorgaredaccion.com
¿Cuáles fueron tus inicios en el cine?
El destape. ‘Una loca extravagancia sexy’, fue la primera película y ‘Jill’ y después ya…
¿Qué recuerdas de la experiencia de aquellos años?
Los recuerdo con mucha libertad y divertimento. Yo nunca he renegado de esa parte de mi trayectoria y te lo digo porque precisamente estoy con un proyecto sobre este tema que curiosamente me está costando levantar, y están saliendo otros en paralelo. Hace siete años que lo empecé y me da un coraje que lo flipas, pero el mío es el mejor y distinto de todo lo que se está haciendo. Es verdad que me he encontrado con la sorpresa de que muchas de las actrices reconocidas no quieren saber nada de sus inicios, reniegan de ese tiempo. Yo no.
Prefieren no referirse a ello.
Claro, pero es que es una contradicción, nos beneficiamos de ello. En mi caso me parece contradictorio. Y aunque te hayas visto forzada a hacerlo lo has hecho, entonces a lo hecho pecho. Y en mi caso yo lo hice de una manera nada pretenciosa ni tan siquiera combativa y sin aquel mantra de la libertad, porque me encontré en una situación que de pronto valoré y me dije esto no tengo por qué dejar de hacerlo por lo que piensen los demás. A mí me conviene y yo lo hago.
Visto desde ahora se te puede considerar como una ‘rara avis’ dentro de aquellas películas de la época del destape,…
Es que yo hice pocas…

‘Alicia en la España de las maravillas’ por ejemplo fue la que más frontalmente se opuso al franquismo, fue más valiente que otras pues se atrevía a repasar todas las contradicciones.
Claro, por eso la película de ‘Alicia’ ahora es icónica. Se pasó hace unos siete años en la Filmoteca de Madrid y la gente se hacía cruces, decía ¿y esto se pudo rodar en el 77? Jordi Fèliú lo hizo a conciencia, utilizó la idea de la Alicia de Lewis Carroll e hizo su versión surrealista de todo ese tiempo. Es una película con mucho simbolismo y no le pasa el tiempo. Decía Mark Twain que la historia no se repite pero rima, pues en esas seguimos. Con el tiempo ha ganado mucho ‘Alicia’. En aquel momento se pudo hacer pues el asunto estaba en el ambiente. Los cambios no llegan de golpe… ya había reacciones, marejadilla. Recuerdo hacer una obra de teatro con obras de autoras de la literatura catalana en el castillo de Olite y de pronto se levantó el público a cantar el Cara al Sol. Nos quedamos de piedra. Los ramalazos seguían ahí, pero la eclosión de esa apertura también estaba ahí y era imparable. Para resumir: es una etapa de mi vida que duró unos cinco años, en la que fui más actriz de portadas de revista que de cine, porque cine no hice tanto.
Pero de pronto me dije, yo aquí estoy quemando mi imagen, no estoy ganando un duro pues no pagaban nada por las revistas, a nadie. Me digo: o me quedo cinco años más y me forro o lo dejo ahora y me lo tomo en serio. Y empecé a hacer teatro. Ese fue mi cambio realmente. Yo ya había tenido en este proceso un anticipo, porque a mí me aparece la ‘Alicia’, que ya era una película que tiraba por otros derroteros. Me aparece también ‘Tres en raya’, de Francisco Romá.
Una etapa en definitiva que sobre todo aperturista, pero sobre todo fue un chute de placer para los tíos. Para gusto y deleite de ellos. Para nosotras era de nuevo la mujer al servicio del hombre.
Aunque se ha dicho de ‘Alicia en la España de las maravillas’ que fue más allá, que no era tan superficial.
Ah, no, no, ‘Alicia’ es otra cosa. ‘Alicia’ es un retrato del franquismo hasta el momento del cambio. Acuérdate del final de la película, de ese cambio. Perdona, a ver ¿hacia dónde? Eso es genial.
Porque tampoco se sabía hacia dónde iba el cambio…
No claro, pero mira como estamos ahora. En otra regresión cultural y moral, parece que volviera una reacción. Los tiempos cambian como decía Dylan pero que cambien a mejor por favor. Y ahora no podemos decir eso.
Luego en tu faceta de productora tienes éxitos como aquel documental sobre la ciudad de Barcelona…
Sí, nos dieron el Gaudí por el documental ‘Barcelona, antes de que el tiempo lo borre’ basado en las memorias familiares de Javier Baladía. Fue casi mi primer documental, pues antes de pensar que yo llegaría a dirigir algo, algún día Carlos Benpar me encargó hacer un documental sobre Steve McQueen, ‘Un adiós a Steve McQueen’ (1981). Mi segunda experiencia, ‘Barcelona, antes de que el tiempo lo borre’, fue un encargo de Marta Figueras y trabajamos con imágenes familiares que estaban arrinconadas en bolsas de El Corte Inglés arrumbadas en el fondo de un armario e incluso en Mallorca con una película entera, ‘Flor de espino’, maravillosa, metida en latas.
Mayoritariamente todo el material provenía de familias con posibles que se filmaban y eran bodas, bautizos, comuniones excursiones y entierros. De todos estos materiales construimos una historia en clave de ficción para contar la historia de la saga de los personajes de su familia. Entonces se me ocurrió utilizar la ficción empleando para un mismo personaje distintas caras. Un montaje ecléctico y extraño, una especie de patchwork; esto fue una adaptación, también ‘El triunfo’ fue otra adaptación sobre la primera novela de Francisco Casabella o el ‘Hamlet’ de Arrabal, una historia del barrio chino de Barcelona al ritmo de rumba, navajas y mucho corazón.

¿Tenía algún significado específico que utilizaras imágenes en sepia o blanco y negro, como significando el recuerdo dentro del recuerdo?
Es que ya solo verlas, por el tipo, la calidad de la película, te evoca aquel modo de vida. Recuerdo que en ‘Barcelona, antes de que el tiempo lo borre’ utilicé muchas imágenes de la familia Salvans que habían sido asesinados por un pelotón anarquista. También imágenes de otro fotógrafo de Madrid, de un documental que se llama ‘El perro verde’. Sobre todo eran imágenes de familias, con lo que aquello era un encaje de bolillos para intentar darle sentido a las cosas. Y recoger una mirada de un momento, de una excursión por ejemplo, e insertarlo de pronto en una boda, o en una situación coral creada ad hoc. Un trabajo muy bonito y creativo.
Mereció la recompensa del Premio Gaudí a ‘Barcelona, antes de que el tiempo lo borre’, en el año 2012.
¿Sabes lo que era bonito de esto también?, que veía envejecer a los personajes. Eran tandas de familias e ibas viendo como envejecía aquella chica joven. En el momento en que empiezas a manipular esas imágenes estás en un estado de creación, pero también de endiosamiento. Una sensación evidentemente fílmica de volver a traer a la vida algo que estaba ahí colgado. Lo intenso de esta situación era que estaba tratando con personajes reales. Con ‘La Moños’ había tenido que hacer ya una ficción, pues apenas se encontraban imágenes de ella en aquel momento, luego han ido apareciendo.
Y la selección de la actriz protagonista para ‘La moños’.
La Julieta.
Sí, Julieta Serrano.
La vi en ‘Qué he hecho yo para merecer esto’ y esa mirada de Julieta me evocó la de mi madre. Mi madre cuando contaba las historias las interpretaba y entonces si se reía ella reía, si se lloraba ella lloraba con nosotras. Y cuando la historia requería poner cara de ida, ella la ponía. La mirada de mi madre perdiéndose en el tiempo, dije, uy la Julieta. Cuando la vi dije: Julieta y ahí quedó.

Una especie de locura por desamor.
El personaje existió y fue muy popular. Cuando la gente venía a Barcelona preguntaba a ver si podían ver a La Moños. Era una vagabunda estrafalaria, repintada, maquillada excesivamente pero muy querida por la gente. Y la tragedia que contaban es que enloqueció por un amor y porque le robaron una hija. Está muy bien explicado en la película ‘La Moños’ esa huida de la realidad para sobrevivir.
Otra posible salida podría haber sido la del suicidio.
Hay un momento también en ´La Moños’ en que se deja insinuar, pero se trata de un suicidio como viraje mental de una forma de estar a otra. Pero hay que entender que una cosa así te puede romper por dentro para siempre. La impotencia, esa enorme impotencia que debió de sentir tuvo que ser lo que le hundió en esa locura.
Y después la conexión que tenía con los niños, pues este tipo de personajes tienen una conexión especial…
Ella era muy rara, muy a su pelota, siempre tenía prisa y lo que sí me decía mi madre es que ella le había contado a mi abuelo su historia, como si tuviera momentos de lucidez y entonces según mi madre le contó…
Pues tanto en la ficción como en los documentales parece que estuvieras haciendo un canto a Barcelona.
Sabes que nos dimos cuenta con Marta Figueras cuando hicimos ‘Barcelona, antes de que el tiempo lo borre’. Me dice, Mireia, ¿eres consciente que estamos haciendo una trilogía de Barcelona?
Y muy compleja.
Pero no fue nada pretendido. La mitológica, la canalla, y la burguesa y aristocrática. Es curioso, pero no fuimos conscientes de eso.
Un magnífico fresco sobre la ciudad de Barcelona, un mosaico precioso. También tuviste una aparición en la película ‘Referencia’ una especie de divertimento.
Sí, la ‘hotmany zombie’ que me bauticé yo. He rodado luego otras muchas cosas, he estado en Finlandia en una participación pequeñita que se llama ‘Bismaker’ que se está pasando ahora en televisión. He hecho teatro, aunque la pandemia se nos echó encima, una cupletista en horas bajas cantando. He sido de las pioneras del musical por lo menos en Cataluña. Hacíamos ‘musicales’ para niños, subvencionados por la Caixa. Y ahora mismo estoy escribiendo, sigo escribiendo, tengo cuatro proyectos lanzados. Uno de ellos sobre la época del destape y otras ficciones originales mías, y eso cuesta mucho.
Ahora parece que viene una época de bonanza, no sé hasta qué punto, propiciado por los bonos de Europa con todos los inconvenientes que hemos tenido con el tema de las ayudas al cine independiente. Con el articulado que se hizo para definir el tema de lo que era un productor independiente, y al final lo han escrito de tal manera que se puede seguir beneficiando los ‘Mediaset’ o los ‘Atresmedia’, lo que supone permitir la competencia desleal. En la nueva ley del cine parece que habrá unas partidas más generosas para compensar esto y también quedará bien definido lo que es el productor independiente. Yo estoy metida en un grupo que se llama ‘Acción’, con Juan Vicente Córdoba de presidente, y estamos muy activos con esto. Hemos tenido mucha presencia en la nueva ley del cine y vamos a presentar en Donosti un libro sobre los derechos creativos del director y directora del audiovisual, una guía de derechos creativos. Están Carol Butrón y Cristina Gavea.

Es verdad que desde el punto de vista de la producción se están encontrando con muchos problemas pues, por poner un ejemplo, con las ‘retrospectivas’ antes producían una serie de derechos y ahora simplemente te piden un permiso sin tener en cuenta esos derechos del productor.
Y además ahora con la llegada de las plataformas se suma el hecho de que se visibilizan mucho más ellas que el director o la directora. Lo que pasa es que no hay una industria cinematográfica. O tenemos el apoyo de las instituciones y del gobierno o no vamos a tener una industria nunca, por mucho’ happy’ por mucho ‘happy flu’ que monten. Porque al final acaban fagocitándola todo los oligopolios. Por ejemplo la agencia del cine como decimos en ‘Acción’. Esta agencia del cine que ya se tendría que haber creado como han hecho los franceses y que nosotros no la hemos conseguido, con su organigrama, que pudiera recaptar ese dinero del cine que pudiera autofinanciarse y ofrecer ventajas fiscales…
Todo esto que sería buenísimo para el sector y no se hace. Se ha conseguido incorporar en el Estatuto del artista lo de la ‘intermitencia’, debido a las características especiales de nuestro trabajo, poder encajar esto dentro del sistema fiscal, de la seguridad social es muy importante. Pues hay gente que a lo mejor trabaja un año durante un mes y al otro año no puede trabajar. Esto se ha conseguido, han entendido lo que significa la ‘intermitencia’. Es importante que esto se entienda. Hablo desde la perspectiva de la directora o del director: alguien empieza a escribir un proyecto, ponle un añito. Luego tiene que buscar un productor o una productora, con mucha suerte lo encuentra en un año, en ese momento el productor necesita para financiar ese proyecto otro año más mínimo. A esto añade que en ocasiones te piden los derechos de un guión para moverlo para levantarlo, pero sin capacidad económica para darte un adelanto ni nada. Si tuvieras la suerte de haberlo financiado en año o año y medio entras ya en el cuarto año. Empiezas ya con la preparación, con los actores, con toda la debacle que se genera y tal. Y luego entre que se rueda y se monta otros nueve meses mínimo, te vas a los cinco años. Esto con mucha suerte. Esa es la realidad. Toda esta parte tan glamurosa de nuestra profesión se confronta con esta otra necesitada de un cierto carácter o vocación y resistencia para dedicarte a ella.
Y ahora ¿Cómo está el tema de la mujer?
Pues seguimos ahí, con un 23% de mujeres contra el 75% de hombres que están trabajando. Sí, es cierto que tanto desde ‘Cima’ como desde ‘Dones visuals’ se están haciendo avances extraordinarios. Si te das cuenta en los últimos años la mayoría de los premios de cine más relevantes han sido para mujeres. En los Gaudí casi todo fueron mujeres. Y ahora el milagro del ‘Oso de oro’ con Carla Simón por ‘Alcarrás’. La Clara Roquet, Neus Bayus, Icíar Bollaín etc. Se está notando ese florecimiento pero todavía falta para que sea realidad esa igualdad, o mejor todavía esa paridad que todavía no está a punto.

Yo creo que es el momento. Se habla también del cuello de botella de directores y directoras con cada vez menos producciones, precisamente por las plataformas que van absorbiendo la mayor parte de las producciones.
Es curioso el tema de las plataformas, porque aunque hagan cada vez más proyectos, como también hay más oferta de directores y directoras no hay un cambio real, lo que impide que se note esa abundancia de trabajo. Realmente hay un problema de continuidad de trabajo.
Hubo pioneras en Cataluña como Isabel Coixet que señalaban un camino con coproducciones…
Isabel es una crack, que es a su vez una gran productora. Y ahora hay directoras que también son productoras porque saben que es la única manera de sacar adelante un proyecto personal.