Por CARLOS DEL RIEGO
Es uno de los géneros musicales más desprestigiados por la crítica y menos recordados por el gran público. Duró pocos años y los grupos que introdujeron esta variante de rock han sido relegados, salvo señaladas excepciones, al saco del olvido, cuando no al del desprecio.
El rock sinfónico, sin embargo, fue como cualquier otro estilo, tendencia, ritmo o subgénero: produjo buenas y malas canciones, por lo que no es justo meter a todos en el mismo cajón. Curiosamente, este mismo año una organización argentina otorgó un premio al grupo británico Yes como gran abanderado del rock sinfónico.
Aunque siempre resulta difícil definir modos musicales, sí que se pueden señalar sus principales características; así, el rock sinfónico (cien por cien de los setenta del siglo pasado) suele gustar de piezas extensas en las que haya tiempo para todo, para alegros y vivaces, para pianos, tocattas y fugas, para solos virtuosos, entradas efectistas e infinitas variaciones sobre el tema principal, para recrear pasajes calmos que mutan en caóticos, para usar ritmos chocantes y engarces casi imposibles…, hasta convertir una canción en algo cercano a una sinfonía. Asimismo este tipo de formaciones tenían siempre un ojo en la música clásica, usando no pocas veces de ambientes, recursos, estructuras y sonoridades tomados directamente de autores clásicos.
Lógicamente los músicos integrados en bandas sinfónicas habían de tener un talento innegable, un dominio total sobre su instrumento, de forma que tenían que estar preparados para convertirse en solistas, para saltar al primer plano y colocarse a la altura de la voz solista en cualquier momento; de hecho, todos los adscritos al rock sinfónico podían hacer en directo exactamente lo mismo que ofrecían en disco (“para bien o para mal suenan igual en vivo que en estudio” se solía escribir de estas bandas). En el debe del estilo y sus practicantes está la excesiva pomposidad de los temas, la a veces cargante grandilocuencia, los desproporcionados pasajes instrumentales…, sí, fue un género tendente a lo grandioso que no en vano encajó perfectamente en lo que se llamó ‘dinosaurios del rock’.
Dentro del concepto de rock sinfónico se suelen meter grupos u obras que cuentan con alguna de las características señaladas, pero que en puridad no pueden ser considerados como tales; así The Moody Blues, Mike Oldfield o Pink Floyd, o álbumes conceptuales como Tommy o Quadrophenia de The Who, el Concierto para grupo y orquesta’ de Deep Purple o el Inagada da vida de Iron Buterfly; y es que no es suficiente que una canción ocupe una o las dos caras del disco para señalarla como sinfónica.
Realmente fueron pocos los grupos encuadrables dentro del rock sinfónico; King Crimson publicó elepés sinfónicos como In the court of… o el infravalorado Islands, aunque su propuesta, siempre experimental y muy atrevida, resultaba a menudo de difícil escucha. Pero los que dieron forma a ese estilo, los que no pueden ser encuadrados en ninguna otra estantería de la historia del rock son Yes, Emerson Lake & Palmer, Genesis, Rick Wakeman y Camel (se podría añadir a los pupilos italianos de ELP, Premiata Forneria Marconi, pero no pasan de una curiosidad).
Keith Emerson era una prodigioso teclista que supo aprovecharse de la tecnología junto a un excelente guitarrista y bajista, Gregg Lake, y un solvente batería, Carl Palmer; después de un primer disco dubitativo y algo disperso aunque con dos o tres temas excelentes, Emerson Lake & Palmer se lanzaron por ese camino inexplorado, produciendo obras que en su momento deslumbraron, pero que ya entonces hubieron de sufrir el feo apelativo de ser “muy pretenciosas”; así el Trilogy, un disco muy meritorio que, escuchado hoy, sigue cautivando, el menos inspirado Brain salad surgery, o el emblemático Pictures at an exhibition, que no era sino una revisión en clave rock de la composición del mismo título del autor ruso Modesto Moussorgsky (también recrearon partituras de otros compositores, como el argentino Alberto Ginastera).
Su sonido siempre estaba marcado por el órgano y otros teclados de ‘última generación’ que manejaba Emerson, habitualmente rodeado por unos aparatos que proporcionaban atmósferas pretendidamente cultas; luego estaba la voz suave, casi de terciopelo, de Lake, cuyas guitarras poco tenían que envidiar al teclado, aunque siempre quedaban un tanto relegadas o simplemente no existían; Palmer se encargaba de aportar ritmo, pero sin limitarse sólo a eso, ya que siempre que podía metía cosecha propia. El resultado a veces parecía algo pomposo y recargado, pero muchas otras resultaba tremendamente atractivo, diferente, algo situado en las antípodas de las canciones de dos minutos con el mismo planillo: estribillo, estrofa, estribillo, solo, estribillo, estrofa, estribillo y final. ELP se fueron disolviendo en el tiempo al igual que el estilo.
Yes son imprescindibles, y no solamente dentro del terreno del rock sinfónico. Integrado también por músicos de altísima categoría, produjo álbumes ciertamente emblemáticos, como el triple Yessongs, y canciones dotadas de espléndidas melodías y ambientaciones que se pueden escuchar hoy sin que la cosa suene a Edad Antigua. Su guitarrista Steve Howe asombraba cuando se quedaba solo, ya fuera con acústica o con eléctrica (o con la de tres mástiles), su teclista Rick Wakeman estaba reconocido como un auténtico genio del piano, y la aguda voz de su cantante solista Jon Anderson sigue teniendo un punto de lirismo épico. Sus canciones estaban dotadas de un halo de enigma no exento de romanticismo, apostaban por una melodía que se desarrollaba en todas direcciones y en un eterno duelo entre guitarras y teclados buscando el más difícil todavía. Además, Yes acertó de pleno al encargar las portadas de sus discos al imaginativo dibujante Roger Dean, que se ha convertido en el artista emblemático del rock sinfónico.
Genesis aportó teatralidad, ya que en sus mejores tiempos aparecían con disfraces disparatados y puestas en escena muy preparadas para representar dramas o tragedias; y también denuncia y protesta, pues algunos de sus textos lanzan agrias diatribas contra el sistema (del que ellos son protagonistas) o, simplemente, se limitan a rememorar otros tiempos y otras sociedades. La personalidad incontenible de Peter Gabriel, la clarividencia de Mick Rutherford y la presencia de Phil Collins construyeron un sonido que aunaba atmósferas y recursos cien por cien clásicos con pinceladas de jazz, matices folk e incluso rock. Genesis fue el grupo que mayor éxito alcanzó de todos los que se sumergieron en las turbias y densas aguas de rock sinfónico. Después casi todos desarrollaron sus propias carreras en solitario, siendo curiosamente el menos dotado, Phil Collins, quien más ha saboreado los triunfos multitudinarios.
Rick Wakeman (siempre con su capa plateada) fue el teclista de Yes, y, una vez en solitario lanzó algunas de las obras más logradas del rock sinfónico, como The six wives oh Henry VIII o la sensacional Journey to the centre of the earth, dos álbumes muy recomendables en los que brilla el virtuosismo de Rick, unas agresivas y sorprendentes orquestaciones, coros enormes y evocadores y unas melodías sorprendentemente fáciles de recordar.
No se puede excluir a Camel, banda muy menospreciada incluso en su tiempo, de hecho, cuando alguien quería ridiculizar el rock sinfónico solía recurrir al grupo de Andy Lattimer. Sin embargo su sonido era mucho más ligero y descargado de pretenciosidad que el de los otros, sus canciones se cantaban y tarareaban sin dificultad y sus temas no eran tan tan larguísimos.
No fueron muchos ni duraron demasiado, y su influencia en el transcurrir del rock ha sido limitada (algunos heavys y derivados dotan de aspectos sinfónicos a sus temas, e igualmente en géneros más bien negros), pero sí que dejaron obras de verdadero mérito. Y forman parte de esta historia.
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Felicidades por el artículo. ¡Qué grandes músicos desgraciadamente ahora tan olvidados! Esta es la ingratitud de este mundillo musical en el que ahora vivimos.
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y yo pregunto; que otros géneros de música popular pueden tener en su haber estructuras basadas en alegros, toccatas, fugas y componer las canciones a modo de sinfonías? Esto es lo particularmente atractivo de este magnífico género, que indudablemente debería ser el mejor del rock en general, aunque de «rock» tenga bastante poco, mas que en los riffs y los solos de guitarra. Puede ser pretencioso y grandilocuente, pero estas cualidades son las que más impacto emocional generan en los oyentes, porque no son canciones comunes para escuchar y decir «que linda» o «que buen tema». El rock progresivo llevo el arte musical mucho más allá, permite pensar, reflexionar, conectar con la musicalidad, asombrarse por los arreglos, los armónicos y las melodías, que por lo general son asombrosas. El rock común o el alternativo, salvo casos excepcionales, no pueden reproducir las maravillas musicales que logró este género. Desde principios de los `80 y hasta la actualidad se inició el llamado rock neo-progresivo» dentro del cual permanecen bandas de altísimo nivel como Marillion (mi favorita por lejos), Pendragon, IQ, Yak, entre muchas otras. Me gustan mucho varios géneros del rock en general, pero el progresivo, tiene como la mal llamada «música clásica» ese halo permanente de creatividad asombrosa que lo hace único y muy especial.
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Hola,el rock progresivo y sinfonico ha influenciado mucho mas de lo que crees.Como comentas muchos grupos heavys han heredado algo del sinfonico de los setenta,en el caso de Iron maiden es mas que palpable en su musica y Steve harris no pocas veces ha repetido que su disco favorito es el «foxtrot» de Genesis
En los 80 hubo una corriente el «neoprogresivo» con grupos como Marillion que tuvieron exito comercial,Arena,IQ,Pendragon,Pallas que aunque en un formato mas adaptado a su epoca mantuvieron viva la llama con cierto exito de publico.
La influencia del progresivo es muy evidente en Radiohead en obras como Ok computer o Kid a que aunque se vendieron como muy innovadoras y cierta lo son me recuerda mucho a lo que hicieron Pink floyd o incluso a un estilo derivado de las musicas progresivas el «krauftrock»,ciertamente en un formato mas «mainstream»
En los 90 hubo un gran realze del genero con Dream theater,banda que ha conseguido mucho exito dentro del metal y el progresivo moderno fusionando ambos extilos.Esta banda propicio toda una aparicion de grupos de metal progresivo o incluso de progresivo clasico como transatlantic o spock´s beard.
Incluso Opeth se ha atrevido a mezclar en su dia el death metal con influencias claras progresivas de los 70.
Ahora que se lleva el rollo vintage no son pocas las bandas que se han atrevido a mezclar los riff de black sabbath con las atmosferas envolventes de pink floyd.Se ven bastante chavales jovenes escuchando el burn de Deep purple,el moondmdnes de camel y eso es sorprendente.
Asi que en cierta forma sigue vivo amigo,un saludo
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