El cafetín «El Largo Adiós», en Valladolid, vuelve a ofrecer conciertos

José Luis Gutiérrez Iberjazz trío durante una de sus actuaciones en el Café Central de Madrid. Foto: Javier Gonzales.
José Luis Gutiérrez Iberjazz trío durante una de sus actuaciones en el Café Central de Madrid. Foto: Javier Gonzales.

Después de casi dos años de silencio, este emblemático y céntrico café vallisoletano acogerá una actuación el próximo martes 6 de enero en la que participará José Luis Gutiérrez Iberjazz trío, una formación de la que también forman parte el contrabajista Marco Niemietz y el batería Lar Legido.

Por LAURA FRAILE
últimoCero.com

«Me he alegrado mucho de que el Cafetín retome los conciertos, ya que es un lugar emblemático para la escena cultural vallisoletana. Yo no sería un músico profesional si no hubiera podido tocar en muchos bares como éste«, reconoce el saxofonista José Luis Gutiérrez, quien este martes 6 de enero inaugurará la programación musical del cafetín El Largo Adiós con un concierto gratuito que comenzará a las 21:30 horas. La cita es muy especial, ya que pone fin a casi dos años de parón de unas actuaciones en vivo que en todo este tiempo sólo quedaron reservadas para unos pocos establecimientos de Valladolid que sí contaban con la licencia adecuada a la normativa.

El saxofonista vallisoletano, que realizó su primer concierto en este bar en el año 1995, regresa esta vez con su formación José Luis Gutiérrez Iberjazz trío, un proyecto en el que sus componentes fusionan la música ibérica con la improvisación del jazz. Todo son temas originales. Sus tres integrantes han comenzado el año con muy bien pie, ya que entre el 1 y el 4 de enero han ofrecido hasta diez conciertos en Madrid que han estado repartidos entre el Matadero y el Café Central. La buena racha continuará, ya que después de su actuación en el Cafetín José Luis tiene algunas citas más en su agenda. «El 23 de enero actuaré en la presentación de la programación de la Casa de las Artes de Laguna de Duero, donde soy artista residente desde hace cinco años. En febrero retomaré los conciertos didácticos, con los que iniciaré una campaña que me llevará por lugares como San Fernando de Henares, Pozuelo o Alcobendas. En abril estaré en el festival de jazz que organizamos en el LAVA y hacia el verano me han hecho una propuesta para Argentina que está pendiente de consolidación», resume.

Con el concierto de este martes El Largo Adiós clausurará un parón musical que le había hecho perder una costumbre mantenida desde finales de los años 70. Desde ese momento hasta hace dos años habían pasado por su escenario todo tipo de formaciones de jazz, rock, bossa nova o música cubana que animaron muchas noches.

Joaquín Castrillón y Carlos Rogel en el interior del cafetín El Largo Adiós, junto a la catedral de Valladolid. Foto: L. Fraile.
Joaquín Castrillón y Carlos Rogel en el interior del cafetín El Largo Adiós, junto a la catedral de Valladolid. Foto: L. Fraile.

Diciéndolo de nuevo

«Una de las primeras personas que tocó aquí fue el saxofonista leonés Ildefonso Rodríguez, que vino muchas veces con sus diferentes formaciones. Tuvo un notable éxito con Diciéndolo de nuevo, que fue un espectáculo en el que él tocaba el saxo y en el que Fernando Urdiales recitaba un poema de Miguel Suárez. Más tarde pasarían por aquí muchos músicos locales como José Luis Gutiérrez, Félix, Pirulo, el Piti… También han actuado Chefa Alonso, Marie Minouche y grupos como Os bichos da temporada o Los Pichas. En unos Carnavales recuerdo que llegó a actuar una orquesta balcánica. La gente se subía por las mesas y bailó tanto que se cayó algún espejo», recuerda Joaquín Castrillón, que es uno de los actuales responsables de este bar, al que muchos prefieren llamar, sencillamente, el Cafetín.

Todos los conciertos organizados hasta esa fatídica fecha que inauguró un largo silencio fueron gratuitos. «Nunca he cobrado por ellos. Era un regalo a los clientes para contribuir a que hubiera música en directo. También se han hecho recitales de poesía a la hora del vermut en los que han participado poetas como Eduardo Fraile o Isabel García Mellado«, continúa Joaquín. Según comenta, cuando hace dos años empezaron a ver que se estaba denunciando a algunos bares por organizar conciertos sin tener la licencia exigida, decidieron cortar la programación.

A partir de ahí se mantuvieron puntualmente informados de la situación a través de Javier Carballo, uno de los portavoces de la Plataforma por el Arte en Vivo. Este músico mantuvo a finales del pasado mes de noviembre una reunión con la concejala Mercedes Cantalapiedra que abrió las puertas a un cambio que sigue sin ser suficiente, pero que mejora en cierta medida el panorama. De esta manera, los bares de categoría especial podrán organizar conciertos a partir de este mes de enero, aunque siempre y cuando cumplan unos requisitos que están relacionados con la limitación del sonido, el aforo y la prohibición de cobrar entrada.

El Cafetín, un bar que también tiene su propia historia de novela negra (basta leer el artículo `Atentado sangriento en El Largo Adiós: un estudiante recibió dos tiros´ publicado en últimoCero), retomará de esta manera la esencia que llevó a su apertura. Esto ocurrió en el año 1978, cuando un grupo de amigos entre los que se encontraban personas como Celestino Pi Candela, Gustavo Martín Garzo, Luis Risco, Javier Semprún, Jos Martínez, Eduardo Gijón, Miguel Suárez o Fernando Urdiales decidieron asociarse para abrir este punto de encuentro. «Acababa de regresar la democracia y todos ellos apostaron por abrir un cafetín en el que pudieran tener un espacio de libertad. Todos ellos habían militado durante la Transición desde posiciones de izquierda y eran amantes del cine y de la novela negra, de ahí el homenaje al libro de Raymond Chandler a la hora de buscar un nombre para el bar. El Largo Adiós se abrió en una antigua ebanistería en la que se hacían imágenes de santas. Por aquel entonces había muy pocos bares en Valladolid que organizaran actuaciones de música en directo. Éste era el caso del Niebla, La Calleja, El Farolito o El ave turuta», recuerda Joaquín. En el año 1979 este bar pasó a manos de Eduardo Vicente Villalba y, tres años más tarde, se traspasó a Jos Martínez, Javier Isausti y Joaquín Castrillón.

De esa época es su característica decoración actual, en la que destaca una colección de fotografías en blanco y negro que muestran el rostro de personas como William Faulkner, Raymond Chandler, Fernando Pessoa, Ramón Gómez de la Serna, Fernando Urdiales, Marlon Brando, Franz Kafka, César Vallejo, Antonio Machín, Antonio Machado… incluso de personajes como Tarzán, Jane y Chita. Estas imágenes, que aparecen registradas en una lámina ilustrada por Gerardo Vacas, acompañan a la caja registradora, su pared de azulejos azulados, el rótulo que anuncia la existencia de un diccionario y la decena de mesas de mármol que están asentadas sobre un suelo ajedrezado sobre el que al fin se podrá volver a bailar al son de la música en directo.

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1 Comments

  1. Una buena noticia. Precisamente hace pocos dáis en el conciertode unos amigos en una pequeña sala de conciertos que antes abría como bar los días que no tenía programada ninguna actuación charlaba con el dueño, comentaba que ahora solo abre cuando hay conciertos por que si no no acude casi nadie. Sin embrago los días de actuación aunque sea entre semana la sala se llena. La gente está/estamos hambrientos de arte en vivo, pero muchas veces hay impedimentos por parte de ayuntamientos en forma de permisos, horarios y mil zarandajas.
    Por otro lado, los músicos, y esto me lo comentaban un par de amigos que viven en galicia pero vinieron a pasar las navidades a casa y se dedican a la música, está muy difícil tocar en pequeñas salas o bares porque estos pagan poco y a ellos no les resulta rentable desplazarse con el equipo.
    Es un tema delicado y complejo. Pero es una buena noticia que este bar que comentas vuelva a programar actuaciones.
    Un saludo

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