María José Cordero estrena en Astorga su cantata «La estancia vacía», inspirada en un poema de Panero

María José Cordero, cantando. © astorgaredaccion.com
María José Cordero, cantando. © astorgaredaccion.com

La cantante y compositora María José Cordero estrena el próximo 25 de julio, a las 21 horas en la catedral de Astorga, su cantanta musical «La estancia vacía», inspirada en la obra homónima del poeta Leopoldo Panero. Reproducimos la entrevista realizada desde el diario digital astorgaredaccion.com a la compositora, quien dice estar muy satisfecha con el resultado: «Ha sido un trabajo obsesivo, realizado en tiempo record, en soledad; yo me he acostado con Panero y me he levantado con Panero. Estuve prácticamente desde enero leyendo una y otra vez el poema».

Por ELOY RUBIO CARRO
Desde astorgaredaccion.com

—No es nuevo tu trabajo de musicalización de la poesía de Leopoldo Panero, pues ya has publicado ‘Leopoldianas’, un CD que daba a conocer a Leopoldo Panero con melodías y ritmos hispanoamericanos. Ahora pretendes abordar su extenso y místico y cuasi metafísico poema  de corte agustiniano, ‘La estancia vacía’. ¿Cómo has hecho la selección de los poemas, dada la enorme extensión del escrito? ¿Ha sido el gusto personal?  

El gusto personal sí, pero también he pretendido no cortar el hilo de la narración poética que ejecuta Panero, y a veces se distingue bien hasta donde llega un clímax y entra otro; he tenido que prescindir de mucho, dada su extensión. Así que he intentado dividirla en cinco secciones: Una primera, ese lamento de Panero cuando se le queda vacía la casa, porque todos sus ancestros e incluso su hermano y una hermana han desaparecido materialmente de su vida. Ese entorno físico de la casa no contiene a los habitantes de su infancia y ello le produce un vacío existencial tremendo. Comienza siendo una elegía, pero poco a poco esa ausencia se recoge en una llamada a la espiritualidad, a Dios –en todo momento hasta en los pronombres tratado y escrito con mayúscula–; esto le lleva a recordar, un recuerdo dulce que acompaña y que mitiga su soledad.

Entonces yo he cogido justo eso y el final, donde dice: “no me encuentro ya tan solo, porque todas mis vivencias me acompañan”, y he prescindido de la parte extensa de la mitad del poema en donde evoca las vacaciones que tuvieron con los padres en San Sebastián, con la presencia del mar, y también de la parte que le dedica a su madre.

Ha sido un trabajo obsesivo, realizado en tiempo record, en soledad; yo me he acostado con Panero y me he levantado con Panero. Estuve prácticamente desde enero leyendo una y otra vez el poema.

Es un poema, supongo que como todos que muda con la edad, es decir si tu abordas este poema a los 20 no te va a decir tantas cosas que ahora en la edad madura te parecen vivencias propias, enseñanzas de la edad; pues mi casa también se ha vaciado completamente, y entonces esa vivencia ya se corresponde con la propia y me siento tan identificada que lo tengo casi como propio.

—’La estancia vacía’, una autobiografía lírica que partiendo  de la soledad, llega a la reafirmación de la compañía: “No estoy solo Señor…”, ha sido leído por Maravall como el poema de la “nostalgia por el tiempo de la inocencia perdida”. ¿Hay en esta nostalgia una resonancia de la propia nostalgia?

—Por supuesto, eso te venía comentando, que yo ahora me encuentro en ese punto en que me puedo ver reflejada en el poema, diríamos que me ha sido muy fácil participar de la atmósfera del mismo para poder recrearla desde mis vivencias. He intentado organizar las sensaciones que me produce la lectura de estos versos en cinco movimientos.

—Entiendo que la escritura de esta música ha tenido que ser muy distinta que en el caso de ‘Leopoldianas’, por el tipo de poemas. En ‘Leopoldianas’ utilizas, lo que yo creo que fue un hallazgo, modos musicales muy populares, habaneras, tanguillos etc, que aireaban un poco a ese Panero tenido por profundo y de otra época. 

—Sí, quise quitarle un poco de hierro a Panero, acercarlo y hacerlo más comprensible; pero ‘La estancia’ es otra cosa.

—Dos momentos presenta el poema de ‘La estancia vacía’; en el primero el diálogo es con Dios, ese Dios interior, cuya huella encontramos en nuestro misterio; y un segundo momento, el de la madre, el de la familia ¿Cómo has distribuido tu selección? ¿En cuál momento incide más tu creación musical?

—Creo que llego a hacer una media hora de música. Un primer movimiento que he titulado: “Despacio van las horas”; es ese pasar del tiempo, de la infancia. Después viene el segundo movimiento que titulo: “Estoy solo Señor”, en el que el tenor interpreta un ‘solo’, se trata de un lamento que he querido hacerlo muy insistente, por la reiteración constante en el poema de esa soledad doliente del poeta, continuamente repitiendo “estoy solo, estoy solo…”. El tercer movimiento es un ‘coral’ clásico, de una parte del poemario en el que habla de “lejos, cerca de mí tu aliento”, parece ir de un lado al otro,aquí, allá, como una serie de desprendimientos, incluso de dudas: “Te tengo cerca, ahora lejos”. Eso que es todo un poema precioso, yo lo he convertido en un ‘coral a cuatro voces’ – porque la obra está pensada para cuarteto de voces mixtas, viola de gamba, percusión, teclado y narrador, (que entra, sale )-, a veces la voz del narrador se encuentra sola y otras tiene una música de fondo que le acompaña, integrándose en las demás ocasiones en la parte musical… El cuarto movimiento, el más lírico de todos, es un homenaje ‘hiperromántico’ a Rachmaninoff, al ‘Concierto número 2 para piano y orquesta’; valiéndome del lirismo de un pequeño ejemplo, he desarrollado una idea que se convierte en una melodía larga que canta primero la soprano (Lourdes Calderón de la Barca), luego la contralto (Susana Peón), luego el tenor (Carlos Silva) y ya termina con  el narrador (Javier Vecino). Y el último movimiento lo he dedicado a la música popular española, está más dedicado a los ‘chicos’, porque antes han cantado las mujeres, haciendo dúo el tenor y el bajo (Juan Manuel Muruane).

—Sobre la musicalidad del endecasílabo que aún dando cierta versatilidad no logra evitar la monotonía a la lectura. Supongo que la música en su variación tiene que romper esa monocordia ¿Qué tipo de músicas has utilizado en esta cantata?

—No se trata de una música atonal, sino que es una música tonal, porque hay un movimiento de los músicos de clásica que se les llama los ‘Neotonales’, en los que me incluyo, que  hemos hecho como un retorno a la tonalidad por propia evolución e incluso por nostalgia; en algún momento puede parecer ‘modal’, pero  recupera pronto la tonalidad.

La música que he hecho es bastante comprensible para cualquier neófito que no haya escuchado nunca una cantata.

El endecasílabo paneriano tiene un ritmo, pero Panero a veces rompe la frase a mitad de verso, lo que genera un ritmo también peculiar y lo hace muy interesante. Pero el endecasílabo por su longitud puede resultar difícil cuando le quieres poner música pues en ocasiones no sabes donde tomar respiro, es que a veces no puedes cortarle la idea, hay que dejarla seguir hasta que te dé ahí un respiro; por eso a veces he tenido que cortar en un sitio donde acababa la idea el poeta, porque se hacía muy extenso.

—Para esa musicalización has contado con aportes variados, conocemos la colaboración de algunos miembros de Coro de la RTVE con los que has realizado la grabación. ¿Con qué aportaciones has contado a la hora de la selección, a la de la musicalización,  a la hora de la interpretación y también con quién vas a contar para la interpretación en directo en Astorga?

—Es la misma gente que ha realizado la grabación. Vamos a realizar un directo sin público, antes. El principal animador o incitador para que yo hiciera algo con los poemas espirituales de Panero ha sido Francisco Centeno, el director del Museo de los Caminos; estamos en una época de crisis donde los presupuestos se minimizan y a mí me hubiera gustado escribir esto para una orquesta por lo menos de cuerda, con algo de percusión, pero ya sabía que eso era imposible ahora, entonces tuve que reducirlo a la más mínima expresión; un teclado que es como una orquesta en tus diez dedos y te resuelve muchas cosas, pero necesitaba algo de cuerda, que le diera algo de corporeidad y dulcificara el canto, y fuera versátil, es decir que diera sonidos agudos o medio-agudos, pero también que tuviera bajos; entonces dispongo de un violagambista (Mariano Alises), un amigo que toca el chelo que va a jugar diversos papeles, acompañamiento de bajo y otras veces melodía. El narrador es lo que es y luego dispongo de un percusionista profesional (Javier Cañete), que va a tener que improvisar en una de sus intervenciones . Lourdes Calderón de la Barca que ya colaborara en las Leopoldianas, que canta en el ‘Coro hispanoamericano de cultura’, un lujo de voz y luego los otros tres, la contralto, el tenor y el bajo con unas voces maravillosas.

En Astorga poder escuchar un cuarteto de esta calidad va a ser una sorpresa.

Estoy muy satisfecha por abordar esta obra de Panero en un tiempo record, ha sido una paliza, empecé contando las horas y lo dejé por imposible, ha sido casi un cenobio voluntario pero muy agradable.

María José Cordero.
María José Cordero.

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