
El cuento de Caperucita y el Lobo es un saco sin fondo. En esta nueva entrega del director y dramaturgo argentino Claudio Hochman sobre la inteligente niña y el encantador animal, el teatro obra el milagro de juntarlos para hablar de la inutilidad de los castigos y las recompensas.
Por CLAUDIO HOCHMAN
La madre le dijo: no vayas al teatro, en el teatro te pueden comer la cabeza, te puedes emocionar, puedes pensar que el mundo no debería ser como es, puedes conocer mejor al ser humano y su manera de relacionarse, puedes llenarte de cultura, conocer autores, actores, iluminadores, directores.
En el teatro te puedes sorprender y eso no es nada bueno, te puedes emocionar y eso no sirve para nada. En el teatro nada es como es, son todos unos grandes mentirosos que andan haciéndose pasar por lo que no son. En el teatro se disfrazan y no todos los días es carnaval.
Caperucita le decía sí con la cabeza y no con el corazón.
Salió de su casa y no recogió flores ni cantó ninguna canción tonta, se fue directa al teatro por el camino más corto. Se encontró con el Lobo que también iba al teatro por el mismo camino y, por suerte, ya se había cenado tres cerditos y un niño que mentía y no se llamaba Pinocho sino Pedro.
Sacaron los billetes y se sentaron juntos en la quinta fila, decían que no les gustaba estar muy lejos porque querían sentir la respiración de los actores, pero tampoco tan cerca porque si no seguramente no podían ver la escena en su totalidad.
La obra era sobre una niña cuya madre era tan sobreprotectora que cuando salía de casa le daba veinte mil consejos. A la niña se la comía el Lobo.
Caperucita y el Lobo se identificaron mucho con la obra aunque les pareció poco realista. Salieron comentando eso y hablando sobre la inutilidad de los castigos y las recompensas.
El Lobo acompañó a Caperucita a casa porque hoy en día no está la cosa para que las niñas anden solas hasta tan tarde.
Se despidieron con dos besos y la promesa de volver a repetir la salida. Se lo habían pasado muy bien yendo juntos al teatro.
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* Claudio Hochman es director, dramaturgo y docente argentino, afincado en Lisboa.