Eloy Rubio Carro: «El poeta puede ser un gran mediador expresando emociones que no son suyas»

ENTREVISTA / Eloy Rubio Carro

«El poeta puede ser un gran mediador
expresando emociones que no son suyas»

Por TOMÁS NÉSTOR MARTÍNEZ
Desde astorgaredaccion.com

Eloy Rubio Carro, astorgano, profesor de filosofía, periodista a ratos, fotógrafo de afición y poeta ocasional. Coordina la revista ContextoGlobal, suplemento cultural de Astorga Redacción. Ha publicado dos libros de poesía, ‘pajaroquealanochesederrama’ y ‘La vida la pasar’.

Tomás Néstor Martínez: ¿Poeta de la fotografía o fotógrafo de la poesía, es decir, palabra y luz con imagen o visualización de la imagen con palabra?

Eloy Rubio Carro: Bueno, la pregunta es compleja porque creo que si esto se pudiera separar yo parece que lo tengo separado; pero si el origen de toda expresión tiene una raíz común o apunta a una raíz común que aporta coherencia, entonces una y la otra, de manera reversible. A la hora de vivirlo yo lo vivo de manera diferente. Bendita desconocida raíz común. Tengo en casa cinco mochilas para según lo que vaya a hacer. En cuanto a la poesía, bueno tú la defines como poesía de imágenes. Sí, abundan las imágenes, las evocaciones, que tienen que ver con la imaginación y la memoria. Imagen e imaginación cargadas de tiempo. Y ahí es en las imágenes que si se detienen surgiría algo parecido a la fotografía, pero habría que decirlo en plural, fotografías que hacen película por el parentesco, porque llevan unas a otras. En la fotografía no hay película, la fotografía es el instante. Yo hago distintos tipos de fotografías, distintos modos de congelado. La fotografía periodística, que es la que conocéis todos, es momento. Captar el instante como expresión singular. Buscar la expresión del individuo en su danza, no solo en la cara sino en la sincronía de los gestos que revela su cuerpo. Somos un cuerpo y las manos, un elemento expresivo importante. Entonces es el instante. No lleva una a la otra.

Entonces redefino la pregunta. ¿Las manos son una forma de lenguaje, de poesía?

Sí, son una forma de lenguaje. No sé si crean poesía pero hay una conjunción no siempre coherente que lleva cada cual en sí mismo. Claro que hay fotógrafos de distinto tipo. Amando Casado hace una foto y le queda bien; yo entretanto hago cincuenta; es que lo estoy buscando, no la estoy buscando; la gestualidad es muy escurridiza.

Te pregunto por la fotografía que tú haces.

Te decía que soy un poco efectista en el sentido de perseguir ese gesto que se escapa incluso a su ejecutor.

Me encantan también esas fotografías que, aunque dirigidas por el ojo se hacen sin mirar por el visor, desde cualquiera otra posición del cuerpo. Las llamo corporales, el ojo va por fuera. Hay que tener suerte con esas fotografías desde el punto de vista de la cadera o de la rodilla; una fantasía que expresaba en el cuento “Parecía estar esperando un pájaro”.

¿Se podría decir que la fotografía es otra forma de escritura?

Es una forma de escritura en la cual la historia está mayormente dada por otro. Diríamos que están un narrador que narra lo que otro cuenta, A pesar de su desconocimiento. Por eso esas fotos pueden sorprender sobre todo al fotografiado, un narrador narrado. Claro esto de ser narrado supone una intervención pues en primer lugar él no se encuentra fuera de sí mismo, y esa mirada desde ‘el fuera de sí mismo’ es la que puede conmocionarlo. La fotografía es una atención a la poesía del otro, en todo caso.

Hay unas palabras de Raúl Zurita, un inmenso poeta chileno: «Hacemos literatura, arte, música, solo porque no somos felices”. ¿Los textos literarios y cualquiera de las obras de arte son hijos del desencanto y de la infelicidad?

Yo no estaría tan seguro. Lo que sí parece cierto es que es más fácil escribir cuando estás en un estado de dolor, cuando estás disfrutando de la vida la escritura te provoca menos. Como decía Octavio Paz: ”La felicidad es por esencia indecible.” No sé si la escritura hace compañía o no, pero entonces ya no hay esa necesidad. De todas maneras hay escritores y poetas de todo tipo. En mi caso los dos libros de poesía que he escrito sí proceden de situaciones de un cierto dolor. Casi todos sus poemas tienen alguna relación con la ausencia de seres queridos. Pero no es la única manera de hacer poesía. En el caso de este último encierro yo he producido más poesía que nunca y no se trataba de una situación de infelicidad, se trataba de una cuestión de tiempo, tener tiempo por delante.

A todo eso se podía añadir lo que dice Platón en Fedro que asegura que para llegar a ser poeta y vidente hay que tener cierto grado de locura, y Séneca lo resume prácticamente en muy pocas palabras: «Nullum magnum ingenium sine mixtura dementiae». ¿Ha de adentrarse todo creador en ese estado aunque sea temporalmente?

No sé si es locura o demencia o en todo caso es esa parte desconocida de ti mismo que provocas. La poesía la provoca y es así como surge ese lenguaje, anómalo siempre. Las situaciones en las que esa poesía puede ser provocada son situaciones intermedias entre la consciencia y lo inconsciente. Por ejemplo, al irse a dormir, antes del sueño hay un momento en el que surgen esas frases oraculares, de un sentido extraño. Yo soy, cuando se trata de análisis, más aristotélico que platónico. Lo que surge aflora en imagen. Date cuenta que en Aristóteles la imagen es previa a la intelección. En el Renacimiento parece ser que se leyó mucho el opúsculo de Aristóteles ‘Sobre la memoria y la reminiscencia’ y ahí habla de ese momento previo a la intelección de las imágenes, se trata de imágenes recibidas, a veces intemporales, pero que han de ser adaptadas al tiempo que vives. Y así resulta diferente la imagen del amor en la Grecia clásica donde el otro prácticamente está ausente a la imagen diferente que puede surgir del amor en los ‘idilios’ de Teocrito o en las ‘Elegías’ de Propercio y sobre todo en Catulo. En Safo, en Alceo el otro es el pretexto para el dolor propio, el amado o la amada carecen de entidad. En los poetas del helenismo ya podemos observar una modificación de esa imagen intemporal del sentimiento amoroso. El amor entendido más allá del eros.

Entonces, primero la imagen, el mito, el símbolo que es resituado en el tiempo presente y que ahí haces tuyo, te lo incorporas. Estamos todavía en el plano de la sensibilidad, la operación del entendimiento viene después. En un segundo momento intervendrá la inteligencia. Decía Domenico de Piazenza en su ‘Arte del baile y de la danza’, que la danza creativa ha de ser por ‘fantasmata’: «…y ten en cuenta que ‘fantasmata’ es una presteza corporal, determinada por el sentido de la medida, que es una facultad del intelecto… deteniéndote en el momento en que te parezca haber visto la cabeza de Medusa». Entonces se lanza uno «como el halcón atraído por su presa», pero ya con medida, con memoria. Es el momento en el que el oráculo se hace apropiado. En la mántica estos dos momentos se dan por separado. En la poesía el poeta es adivinador e intérprete de sí mismo.

¿Por qué acudimos siempre a los clásicos de la Antigüedad como elementos imprescindibles para reasegurarnos y reasegurar, dar categoría a nuestras ideas?

Bueno, aunque los temas que hayan tratado se han ido modificando, porque además los clásicos no todos tienen la misma influencia; no creo que sea tanto para darnos seguridad, sino porque es el mismo tema con sus variantes. La poesía surge de romper el mito que viene de los clásicos, la poesía que hacemos ahora, quiero decir. Cuando yo escribo algún poema diríamos que es cuando me libero, en el último restrallete me libero de toda la historia, me desprendo de Eros y Psique y de no sé qué, y entonces me quedan dos o tres últimas frases totalmente limpias de la tradición y del símbolo. ¿Y si fuera todo así, me digo? Va a ser difícil que así sea pues esos versos son el poema que se busca y cuya linterna es todo eso previo. Voy a leer tres de un poema muy reciente que escapan a la erotomanía y a la psicomanía: «En lo oscuro la noche no es nada. / Estoy por ti / y que me mires.» Cuando has exprimido la naranja y ha salido solo después de darle a la batidora, en este caso, el mito de Eros y Psique.

Sale ahora mismo la palabra mito y tengo aquí una frase de Cees Nooteboom: “Si olvidamos los mitos o los ocultamos el mundo quedaría casi vacío.» ¿Cómo podríamos explicar el mundo o explicarnos nosotros mismos sin esas creaciones míticas?

También depende de lo que entendamos por mito. Yo lo estaba utilizando en un sentido muy amplio en el sentido de que ni siquiera hubiera una historia que contar. Es lo más parecido, el mito tal y como yo lo entiendo, a los arquetipos. El mito es símbolo o imagen de una humanidad ya constituida históricamente. No nos podemos quedar sin la humanidad antecedente. Somos fundamentalmente esa humanidad que nos precede. Eso es lo que nos ha traído hasta aquí.

O sea, que nos quedaríamos a la intemperie…

Sería una manera de volver al principio, a la naturaleza, sin estar adaptados a ella. El ser humano, decía Ortega, no tiene naturaleza sino historia.

¿Y qué crees que es más terrible, los sueños que no se realizan o la imposibilidad de soñar?

Yo creo bastante más terrible es la imposibilidad de soñar. Los sueños no se realizan, al menos desde Descartes, cuando consigue distinguir la realidad del sueño. Aunque sea muy necesario soñarlos, concebir, creer que hay algo mejor y actuar en ese sentido. La posibilidad de tener sueños es también la posibilidad de tener esperanzas, no solo individuales sino como humanidad.

Dice la reciente Premio Princesa de Asturias de poesía Anne Carson que si la prosa es la casa la poesía sería un hombre en llamas que atraviesa rápidamente esa casa. ¿Poesía y poetas son fuego?

Habría que preguntarle qué es lo que pueden hacer esas llamas, pues podrían incendiar la casa, también iluminarla. En esta distinción entre poesía y prosa yo ahí estoy con Antonio Gamoneda en que la poesía no es un género literario. La poesía es la raíz del lenguaje travestida por un individuo o sintetizada por un individuo en sus vivencias. Viene a ser como un vidente u oráculo de lo que existe en cada momento, a través de sí mismo. Por eso la intelección interviene más tarde.

¿Mejor la emoción para ser poeta y escribir, antes emoción que inteligencia?  ¿Sin emoción pero con inteligencia habría una poesía gélida?

Hay poesías sin emoción, poesías intelectuales, pero están muy cojas desde mi punto de vista. La emoción, pero incluso antes ese atractor de las palabras que sedimentan y conviven en ese fondo común, en la mezcla originaria de Anaximandro, ese todo previo a la manifestación ordenada de lo diverso. Y no es el origen la razón, pues las palabras se dejan seducir unas por otras incluso se dejan seducir por sí mismas en ese magma caótico que la inteligencia tiene que ordenar, pero la imagen intermedia, esa imagen cargada de tiempo, tiene sus preferencias, sus caprichos. Por eso la poesía intelectual es tan platónica, quiere poseer la verdad, y cuando llega a ser poesía es por ese deseo de algo que no existe, al menos en esa manera idealizada, y porque quien la escribe no podrá escapar a sus formas constitutivas de intuición.

Aquí también hay que tener en cuenta que lo que decía Pessoa: «El poeta es un fingidor» y no todas las emociones y sentimientos que expresa son los suyos.

¿Pero son emociones?

El poeta puede ser un gran mediador expresando emociones que no son suyas, de las que pudiera participar desde el momento en que consiga ponerse en el lugar de quien sí las posee. Las palabras y las emociones son muy hospitalarias.

Siguiendo en esta línea: “La mente humana es el mejor poema del mundo”, escribe el poeta mexicano David Huerta. “Es una obra, la mente humana, de belleza y de dolor. Somos los autores de ese poema”. ¿Qué te imaginas tú que contiene o contendría el texto de ese poema llamado mente?

A mí esto me lleva directamente a esas concepciones borgianas, laberínticas, monstruosas e infinitas. La mente humana puede contener más de lo que cabe en el mundo, la mente humana puede duplicar, triplicar, cuadriplicar cualquier mundo posible e imposible. Siempre he pensado que la mente humana es más veloz que la luz. Una vez hallado el límite a excepción de la imposibilidad en los griegos, la mente puede dar el salto. ¿Que no hay nada? pues paseamos por la nada. Por eso tu pregunta me recuerda tanto a los cuentos de Borges, que recuerda que cuando niño descubrió el infinito en una lata de cacao en la cual se veía una imagen de unas mujeres africanas que llevaban en la mano esa misma lata de cacao en la cual estaban ellas representadas, ahí surgía la explosión, una explosión que va más allá del límite de la explosión de las galaxias.

Vamos a centrarnos ya en tus libros de poemas. Hasta ahora has publicado dos libros de poemas uno titulado ‘pájaroquealanochesederrama’ y el otro ‘La vida la pasar’ ¿Te consideras poeta a cuentagotas? ¿Y tu último libro fue tu último atrevimiento con la poesía?

Esos son los dos últimos libros que tenía hasta hace tres meses. Sí, a cuentagotas sí. Tenemos ejemplos de gente conocida que escribe a chorro. Yo, como mucho, podía escribir un poema al mes. Tampoco es que yo tuviera esto como un oficio, una tarea. Estaba ahí, pero yo no me he dedicado a la poesía, por eso son a cuentagotas.

Si mi último libro va a ser mi último atrevimiento con la poesía, nunca se sabe lo que uno va a seguir haciendo. Cuando publiqué el primero no tenía intención de un segundo libro. Además me incomodan esos poetas que tienen que sacar un libro por año, sin aportar nada nuevo, Para qué repetirse.  La poca poesía que yo he ido escribiendo ha surgido en ese momento en que estás ahí flipado por algo y asoma un poema, podría ser una vez al mes o cada dos meses. Espero atreverme más, aunque ese atrevimiento sea temerario.

A ver si coincides con mi opinión sobre tu poesía. Después de leer estos dos poemarios creo que tu poesía no es para gente fláccida; he llegado a la conclusión de estar ante una poesía adusta pero humana, en la que la emoción sensual aflora a lo largo de los versos.

Adusta, ¿por qué?

Con adusta quiero decir que no te dedicas a florilegios ni a adornos coloristas, aunque también hay enormes y fabulosas imágenes que no gozan de ese colorido que puede haber en poesía más ligera y más folklórica

Es una poesía que tiene algo de poesía a la contra. En ese sentido sí puede ser adusta, además de una serie de evitaciones conscientes que en ocasiones pueden arruinar la musicalidad del poema, como son la rima, incluso las rimas internas, como el verso medido, sean blancos o negros. Nada nuevo bajo el sol. Esas evitaciones ya habituales en la poesía contemporánea van a la par de las atonalidades en música. La música concreta no pretende acariciar el cerebro melódico. Eso obliga a otro tipo de rítmica que se encuentra en las imágenes, en la rítmica de la imagen, en una evocación personalizada cuyo origen es la arritmia caótica. Hay sin embargo un alejamiento del bullicio de la vida ciudadana. Hay campo, campo, campo, luna, nube, torre, un batiscafo…, pero apenas el pitido de un coche, el motor de una nave. Por otra parte sí es humana, ‘nada humano me es ajeno’ que decía Publio Terencio, porque además está implicada en la memoria, sobre todo en la presencia de quienes habiendo sido importantes para mí, se han muerto. Puede ser, como en Catulo, un simple gorrión, un gorrión de alguien. No deja de ser indirectamente una meditación del dolor de la ausencia, del tiempo que pasa, pero sólo indirectamente sería una meditación sobre la muerte, por la enorme añoranza de quienes ya solo se me aparecen en sueños.

 A veces en algunos versos, o incluso en el título de `La vida la pasar’ me recuerdan la poesía en ladino.

Es que es ladino ‘La vida la pasar’. ‘La vida la pasar’ es un estribillo de una canción sefardí…

Y hay alguna palabra más en los poemas de origen ladino, de origen turco concretamente,  musicalizados posteriormente.

Es el estribillo de la canción titulada ‘Ya me ves qu’ estó cantando’, recogida y cantada por María Teresa  Rubiato y Alex Kirschner, en Monastir de Túnez.

Aparte del título hay algunas otras cosas como por ejemplo los hipérbatos que eliges recuerdan un poco a ese tipo de poesía ladina.

No sé en este momento, no lo tengo ahora presente. Ahora bien en el título es totalmente intencionado.

También has escrito artículos de opinión, reseñas de libros y de crítica literaria, un libro de relatos cuyo título es altamente sugerente. ‘Oh dios oh, esto no es el paraíso’. ¿Tu casa preferida es la poesía, la prosa o una única casa con distintas estancias?

Ese libro que mencionas es un libro que no existe. Fueron una serie de seis cuentos que publiqué en Vigo en la época de la movida y que circuló entre unos pocos amigos. En él criticaba ya esa festividad inane e inconsciente de una juventud que se creía en la cresta de la ola del mundo. Cuando los actores se retiraban del teatro aparecía la vida de verdad con todo su dolor y sus decepciones. Sin embargo en mí el cuento es episódico. Ya la poesía es a cuentagotas pero la narración es de ‘spray’ de microgotas. Algunas de esas narraciones de los últimos tiempos han surgido a petición, cuando no es la ocasión o la necesidad el origen de ponerse a escribirlos. No obstante, el cuento en lo que tiene de intenso, guarda alguna familiaridad con el poema. Además permite acercarse más fácilmente con consideraciones filosóficas o al menos comunicarla con los procedimientos discursivos de la filosofía o incluso del periodismo, cosa que la poesía no puede hacer nunca. El periódico ‘Astorga Redacción’, en el que coordino la parte literaria, en ocasiones exige una colaboración que no llega de ninguna parte. Esta ha podido ser esa ocasión propicia para terminar un cuento ya  comenzado o para salvar el pellejo. Mi actividad crítica que mencionas es de la misma panera. Aunque no sé si llamar crítica a esos escritos, suelo decir que son comentarios, hermenéutica de versos. A mí me faltan muchos instrumentos propios de la crítica literaria que pudiera tener un estudioso de la literatura. Pero eso también permite descubrir otras cosas en lo escrito, cosas que les pasan desapercibidas, a las que no atienden los críticos profesionales. Es como hacer de la necesidad virtud. Y las opiniones pues también son a salto de mata, casi siempre a la contra. El personaje en que yo opino es otro, un personaje que me gusta al que le doy prestadas sus palabras. Pero hay una distancia, una grieta infranqueable, como lo que pudiera hacer Machado con Abel Sánchez o Juan de Mairena, o en los heterónimos de Pessoa.

Hay dos personas insustituibles en el mundo intelectual literario astorgano Esteban y José Antonio Carro Celada. Algo habrán marcado tu sensibilidad, tus lecturas, tu trayecto literario en general e incluso imaginativo y de pensamiento.

En cuanto a formación literaria sí, pero sobre todo José Antonio, porque date cuenta que cuando muere Esteban yo tenía quince años. No hubo tiempo para esas iniciaciones, pues además a mí lo que me interesaba era la astronomía y, salvo ese tema, leía muy poco. La influencia de Esteban es posterior, cuando accedo a sus escritos de literatura fantástica, casi cunqueiriana, en ‘La aduana del tiempo’ o en ‘Picaresca milagrería y milandanzas en la Vía Láctea’  También por la enorme biblioteca que dejó. Sin embargo en el caso de José Antonio las sugerencias fueron a lo largo de su vida más explícitas. Hasta la muerte de José Antonio no conocía apenas su poesía. Date cuenta que no publicó ningún libro de poemas en vida. Ahora sí, ya se ha publicado una primera entrega que contiene la parte más importante, pero habría material para otra u otras dos entregas y esas sí las he leído. El primer libro de poesía que he publicado ‘Pájaroquealanochesederrama’ le está dedicado y alguno de los poemas lleva su estilo. ‘Pájaroquealanochesederrama’ es el poeta que se diluye en la noche.

Parece Juan de la Cruz…

Juan de la Cruz fue uno de los primeros poetas que leí a la par de mi primer enamoramiento.

Estoy convencido de que disfrutas de una biblioteca envidiable en la que se encuentran títulos hoy en día que por mucho que se busquen no están a mano y otros ya casi olvidados. ¿Te sirve como refugio la biblioteca cuando sopla el aire frío del Teleno o cuando los veranos del calor seco y atorrante de la Somoza , o cuando el ambiente patrio se altera? ¿Te sirve la biblioteca como terapia?

Para responderte a esto tendría que hablar de periodos vitales.

No, me refiero en general y en el día de hoy.

Uno de los refugios importantes, además de la excelente relación que tuvimos en casa, fue la serie de lecturas que tienes ahí pendientes, aunque algunas fueran de repaso, y que era muy difícil encontrar el momento para abordarlas, porque el día a día y sus obligaciones tiene sus exigencias ineludibles: que si las clases, que si las fotos del periódico, que si la revista ‘Contextoglobal’, que si mi mujer y mis hijas, que si el deporte o las clases de inglés. Entonces, ¿cuándo se  duerme aquí? En este momento vital yo no tengo tiempo para leer aquello que me gustaría, En el reciente confinamiento como no había mucho que hacer salvo las clases, me pude permitir leer otra vez el ‘Tristram Shandy’ o más que mediar ‘Los trabajos de Persiles y Sigismunda’ o el impagable escrito de Magris sobre el Danubio o ‘La crítica de la razón cínica’ de Sloterdijk y una infinidad de poetas de los que me quedo con la obra de Octavio Paz. Para mí en la normalidad, no en la nueva, sino en la de siempre, abordar estas obras es muy complicado porque requieren mucha constancia y a mí se me rompen los libros, se me han olvidado los personajes de esos enormes libros cuando vuelvo a retomarlos. ¿Cómo podría yo ponerme a leer las 750 páginas de ‘La crítica de la razón cínica’ o ‘Lo visible y lo invisible’ de Merleau Ponty o ‘Después de Babel’ si no viene un virus?

[La conversación podría continuar, pero el sol tras el Teleno anuncia la hora del cierre.]

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