Macarena Trigo: «El mundo para el que educaron a mi generación no existe»

Macarena Trigo. «Autorretrato». Cortesía de la autora.

Afincada en Buenos Aires, la poeta, dramaturga y actriz Macarena Trigo aterriza en España este jueves 27 de octubre para presentar en distintas ciudades su libro autobiográfico Como puedo (Mrs Danvers / Mr Griffin, 2022). Y con ese motivo la ha entrevistado para TAM TAM PRESS el escritor leonés afincado en Japón Nacho Abad, otro de los autores de la colección Mrs Danvers que dirige desde Barcelona Yago Ferreiro.

Este jueves 27 de octubre de 2022, Macarena Trigo estará en Madrid (Mujeres & Compañía, 19 h). El 2 de noviembre, en Valladolid (La Perecquiana, 20 h). El día 4, en Oviedo (Librería Cervantes, 19 h). El  10 de noviembre, en León (librería Tula Varona, 20 horas). El día 11, en Palma de Mallorca (Librería Drac Magic). El día 13, en Barcelona (La Balma, 20:30 h). Y el 14 de noviembre, en San Martín de Tous (Teatre Nu).

Entrevista / MACARENA TRIGO

«El mundo para el que educaron a mi generación no existe»

Por NACHO ABAD

La autobiografía es el modo de ficción que utiliza el recuerdo como principal materia prima. Hay autores que se refieren a ese tipo de libros como «memorias» con la esperanza de que el lector interprete que lo allí expuesto corresponde a lo recordado y no a lo vivido porque recordar es inventar qué sucedió entre imágenes dispares, proveer de dimensiones que en realidad no existieron y tratar de averiguar las causas que expliquen por qué nos vemos sometidos a ciertos efectos. Cuando recordamos, inventamos. Mientras que la vida es una sucesión de azares, la literatura, que no deja de ser una interpretación morosa de la vida, propende a engañarnos, cae en las trampas de la mente humana y se erige como la búsqueda de los porqués.

Macarena Trigo presenta en Como puedo (Mrs Danvers, 2022) un texto confesional, honesto y lleno de momentos luminosos que brillan en medio de un relato terrible. La autora convierte su vida en una cinta que se puede manipular en una sala de montaje. Sabe que no recobramos del pasado más que un desorden de experiencias de las que fuimos un instrumento y no un sujeto. Al contarla, constatamos que nuestra vida se transforma en un conjunto de escenas alejadas de nuestros deseos y ambiciones, y por ende, de nuestra identidad. La nuestra podría ser la vida de cualquier otra persona, una extraña con la que nunca nos hemos cruzado, pero cuyas pesadillas, de forma mágica, se entreveran con nuestros sueños.

¿Cómo es publicar un libro a lo lejos? No se puede decir que lo hayas escrito desde la distancia, porque imagino que sientes Argentina como tu hogar, pero al leerlo, da la impresión de que hay un mensaje al mundo de tu infancia y tu adolescencia, una respuesta al dolor del pasado. ¿Es un libro más dirigido a los lectores españoles que los anteriores?

Empecé a pensar en los lectores españoles cuando supe que se publicaría primero allá. Inevitablemente pensaba en quienes me conocen, por toda la carga autobiográfica que tiene, pero creo que logré no bajarme el volumen por eso. Hay muchas cosas que sentía o pensaba hace tiempo y que nunca había escrito de forma tan clara. Eso espero, al menos.

No sabría decir si ofrezco alguna respuesta sobre el pasado. Siento que no puedo dejar de interrogarlo y, por tanto, de abrirlo. La escritura estuvo muy atravesada por el absurdo 2020. El futuro dejó de ser una posibilidad, el presente era una trampa y el pasado se convirtió en un lugar extrañamente tranquilizador, solo por ser conocido.

¿Buscabas un lenguaje nuevo para una historia tan personal?

La idea del texto como algo móvil, intervenido por la terminología analógica de los VHS o caseteras, se impuso por  necesidad. Era incapaz de abordar los hechos de forma cronológica. Hay demasiadas cosas en la vida que no terminan, solo quedan ahí, atrás, a la espera. Vínculos y territorios que revisitamos sabiendo que queda poco y nada de eso que alguna vez fue. Pero necesitamos el hilo conductor, la permanencia, ese pedacito de raíz que pareciera dotarnos de sentido. No quería generar ninguna expectativa de progresión, no quería el arco dramático del personaje, sino buscar la forma de generar un eco de esa sensación que siempre me acompaña: el terror de volver a ser una nena ante un mundo del que cada vez entiendo menos. Cuando entendí que no precisaba estructura narrativa y confié en nuestra infinita capacidad de zapping, la escritura se liberó.

Un objetivo importante del libro era señalar hasta el hartazgo la importancia del arte como derecho y no como privilegio. El valor de la ficción y lo simbólico en nuestras jodidas existencias. Está lleno de referencias a las ficciones que me acompañaron y modelaron, en lo bueno y lo peor. Tan valioso fue en su momento David el Gnomo o MacGyver, como después serían Lorca o Billy Wilder. Fui un producto acomplejado por la academia muchos años. Por suerte una va entendiendo que el valor dogmático no siempre es el más interesante y que la solemnidad es un muermo. Así que entre mis referencias amadas están McCullers, Fresán o Vilariño, pero también Doctor en Alaska, Erice y la tele con dos canales que me crió.

Hablas del pasado como algo tranquilizador y a la vez desasosegante. ¿Hay algo de espíritu de la escalera en esa revisión constante del pasado? ¿Buscas las respuestas que no encontraste en su momento, aunque ya no haya quien nos haga esas preguntas?

Repito mucho eso de que el pasado no está escrito porque verdaderamente cada vez que nos lo contamos algo cambia. Necesitamos modificarlo para que encaje en lo que creíamos, para justificarnos. El tiempo solo trae perspectiva, no siempre sabiduría. Hacemos lo que se puede con ese punto de vista limitado. No hay que olvidar que la sensación panorámica sobre nuestra vida es solo eso, una sensación. Sabemos bastante poco de nosotros mismos.

No me llevo nada bien con el paso del tiempo. Jamás imaginé llegar a los 40. No comparto para nada esa visión de juventud que ahora nos venden. Ahí sí mantengo esa perspectiva de nena: la gente a partir de los 30 era adulta. Hoy nadie quiere serlo. Yo celebré mi último cumpleaños a los 25, creo. Un cuarto de siglo te hace pensar, dice Marilyn como Sugar Kane. Desde ahí todo es un bonus track. El mundo para el que educaron a mi generación no existe. Quizá no existió nunca tal y como nos lo vendieron o se contaba, no sé. Supongo que muchos nos sentimos en tierra de nadie, a punto de ser descatalogados por inoperantes. Por suerte o por desgracia aún no hay una aplicación que nos actualice.

Has recorrido el mundo con una obra de teatro (como ayudante de dirección, como actriz). Parece algo fascinante pero agotador. Entre viajes y actuaciones, ¿te quedaba tiempo para vivir?

Viajar haciendo teatro es una de las mejores cosas que pueden pasarte en este oficio. La omisión de la familia Coleman tuvo un recorrido excepcional en ese sentido. Hubo mucho de apuesta compartida por el grupo que lo hizo posible. Priorizamos la obra y eso nos permitía estar fuera de casa tres o cuatro meses al año. Que doce personas elijan y disfruten eso, no es fácil. Como asistente de dirección y actriz, fue la mejor de las escuelas posibles: en la práctica y sobre la marcha. Por otro lado, la vida se me da bastante mal, así que hago lo posible por mantenerme ocupada en el teatro, que vendría a ser el lado amable de mi existencia.

También montas obras pequeñas de teatro en las que te interpretas a ti misma. Creo que en esta idea de alguien que pasa tanto tiempo interpretando a otra persona y luego decide interpretarse a sí misma está la clave de algo, una solución a un problema que plantea tu libro pero no consigo saber qué es exactamente. ¿Me ayudas a descifrarlo? ¿Hay una necesidad de ser tú también en el escenario, en un espacio en el que, por otro lado, como ocurre con la literatura, se nos permite ser otros sin caer en la locura o el ridículo?

La escritura y el teatro son prácticas de deconstrucción del yo. Nos permiten asomarnos a otras dimensiones, darnos cuenta de que nada es certero o fijo. Las voces que aparecen en los personajes a veces pueden parecerse a nosotros, pero hay un mecanismo de desenfoque que entra en juego. Yo no entro a escena en Por eso las curitas como Maca. Fuerzo una distorsión y ofrezco una caricatura. El vestuario, el maquillaje y los tacones, muy alejados de mis elecciones cotidianas, ya me corren de eje. También está el humor, que siempre me interesa como llave para abordar cuestiones tan complejas como el (des)amor o la orfandad. Desde que empecé a estrenar textos propios como directora, registré que cuánto más de mí cedo a las voces, más consistentes resultan, menos artificiosas, al menos. Dicen y hacen eso que en la vida no puedo, no se me da, no sucede.

Escribir y actuar no tiene tanto que ver con ser yo, sino con dejar de serlo. No solo en el juego de la ficción del personaje, sino en la tensa relación que mantengo con la persona que soy y en la que no siempre confío. No me caigo bien. Por suerte están los otros, vosotros, los de siempre y los inesperados, que siguen colaborando en mi educación emocional con paciencia infinita.

Como puedo
MACARENA TRIGO
(Mrs Danvers / Mr Griffin, 2022)

Macarena Trigo. Nace en Madrid. Renace en Buenos Aires. Es actriz, poeta y directora de teatro. Licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Historia del Arte y Comunicación Audiovisual. Cómo, cuándo y por qué lo cuenta en este libro.

La cubierta del libro es de Xoana Elias, una artista argentina del collage que vive y trabaja en Barcelona. Recoge libros y revistas antiguas de las calles de la ciudad o las encuentra en tiendas de segunda mano y con ellas crea collages analógicos. / www.xoanaelias.com

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