
Sus fotografías de aves, pájaros y bandadas se pudieron ver hace unas semanas, bajo el título de Zapfarrancho, en una sala de Vigo. También en Badajoz, en el primer festival Negativo y en las calles donde se fueron pegando, y algunas volaron, a cientos. En esta última ciudad, donde ejerce como profesor universitario, el leonés Felipe Zapico Alonso ha visto publicado, en una hermosa edición no venal, su último libro, «Bandada», con una amplia selección de sus imágenes.
Por ELOÍSA OTERO
Fotografías (de las páginas del libro): ARANTXA OTEO
Hace menos de tres meses dábamos cuenta de las últimas aventuras creativas y colaborativas de Felipe Zapico Alonso (anartista, poeta, fotógrafo, actor, profesor, viajero, cantante, amigo…). Y hace solo unos días, el amigo pasó por León y me trajo un regalo, un ejemplar de Bandada, su último libro impreso sobre gris y con tapas de cartón negro, editado por Fundación CB (edición limitada a 50 ejemplares no venales), con diseño y primorosa maquetación a cargo de Sol Kabañas.
«Creo que por fin he conseguido hacer un libro de poesía», me dijo Zapico. Y le entendí perfectamente, porque hace muchos años que llevamos manteniendo esa conversación sin palabras sobre qué es poesía.
Del libro, además de la edición no venal de la Fundación CB, el propio autor ha realizado una edición de 30 ejemplares que han volado nada más salir de imprenta, casi a precio de coste (50 euros).

Justo un rato antes de que llegara Zapico con su libro, acababan de poner en La2 de TVE («La aventura del saber») un reportaje de Jesús Alonso Ovejero sobre su obra fotográfica, abundante en imágenes y con una voz en off leyendo tres pequeños textos del fotógrafo y autor leonés:
I
Averías, las más de las veces te encuentras averiado o camino de estarlo. Te pierdes siguiendo señalizaciones erróneas, señalizaciones que desaparecen al tercer giro. Te pierdes y encuentras esos lugares en los que acariciar tu mirada mientras paras nervioso y disparas una foto y otra y otra y otra. Todos ellas como recuerdo, como testimonio de tu mirada.
II
El viajero contempla perplejo el juego de las luces, las nubes, los atardeceres difusos. El viajero se sienta, recostando su espalda contra alguna pared volcada al sol. El viajero se pierde, el viajero guarda silencio.
He perdido la lluvia, he abrazado al llanto. Las briznas no me conmueven ni lo caído roto vencido por el tiempo y la desolación. Nada volverá a ser ya.
III
Suele suceder tras las ruinas. El viajero las recorre con parsimonia, indagando en las ausencias, en los terremotos, en el rumor de remeros al otro lado del mar.
Entre las ruinas sucede la oportunidad, entre las ruinas se esconden la habilidad del silencio, la presunción del caos controlado.
Disfruta las ruinas y después llora a mansalva.

Hoy mismo he visto un mensaje que Zapico ha dejado en sus redes sociales, iluminador sobre lo que a veces, aunque no sepamos nunca muy bien por qué, nos mueve a hacer determinadas cosas y no otras:
«Hace unos días mi amiga Puri Díaz, quién ya me había alertado hace tiempo sobre esta excepcional fotógrafa, me puso de nuevo tras su pista en este documental en el que Graciela Iturbide habla del momento exacto en el que comenzó a fotografiar pájaros. En esa época ella estaba inmersa en fotografías de duelo sobre la muerte de niños, y todo el dolor que envolvía e tema. Un día alzó la vista y una bandada surcaba la cabeza de un padre doliente (tal vez junto a un pequeño ataúd blanco) y en ese instante decidió pasarse a los pájaros.
Estas dos semanas he reflexionado y tal vez uno de los motivos de mi Bandada, sea un cierto alivio de luto de hace años. No sé, tal vez. O no.
Es interesante ver y escuchar a Graciela Iturbide. Y aprender.» (F. Z. A.)

Yo no sé si algunos de nuestros muertos siguen graznando y crotoreando en nuestros cerebros o sobrevolando nuestras cabezas. Hay cosas que no se curan, que siguen ahí. Convertir una cosa en otra cosa no hace que desaparezca la primera cosa, pero a veces ayuda. Y es fantástico tener «ojos para volar», como dice Iturbide, para liberarnos de nuestras obsesiones y para no dejar de sorprendernos con esos instantes que nos pueden cambiar la vida.
Como Iturbide, Felipe Zapico no deja de querer empaparse de las sorpresas que nos puede deparar ese azar que algunos llaman destino, y que no se buscan, sino que se encuentran. Pero, para capturarlas con su objetivo, hace falta, como dice la fotógrafa mexicana, «ojo de lince, guante de seda y saber apretar el botón en el momento debido».

Decálogo Zapfarrancho
Todo lo que hago, ya lo han hecho otros, pero yo no.
Disparo, miro y después ya respiro.
La fotografía, rasante.
Deambular el mundo con mirada de niño con su ira también.
Quedarte pasmado ante la incontinencia de lo real.
La monotonía, la monocromía, la lobotomía.
Aullar, gritar, desarmar todo en un click, desmadejar en un clack.
Rodear la luz, la certidumbre, escapar herido.
Desbrozar la mirada, apagar colores, disimular el temblor.
Seriedad hasta la carcajada.
FELIPE ZAPICO ALONSO

:: NEGATIVO / FOTOS en LAS CALLES DE BADAJOZ
«Negativo», el festival de fotografía más positivo, se desarrolló a lo largo del mes de noviembre de 2022 en la ciudad de Badajoz.
Con su compañera Sol Kabañas, Felipe Zapico buscó localizaciones en las calles de la ciudad extremaña para pegar por los muros todas las fotografías de su libro Photobook Efímero Callejero Bandada, en el marco de este festival. Una experiencia fantástica.
- Vídeo VisiónES, otra exposición de Felipe Zapico en Badajoz.
