
En estos días se celebra la Semana Cultural de Cármenes, la más veterana de la provincia leonesa, y el acto que se anuncia para el miércoles día 3 de agosto, por la noche, da un paso más en la trayectoria cultural de este pequeño pueblo de la montaña, con medio centenar de habitantes en invierno que se multiplican estos días. Desde este año cuenta con un libro de cuentos con una característica muy singular, todos ellos se desarrollan en la localidad, de ahí su título: ‘Cuentos en Cármenes’ (Eolas Ediciones).
Son once historias de once escritores vinculados a la localidad o que pasaron por la Semana Cultural atendiendo a la petición de los organizadores de escribir un relato que se desarrollara en la localidad. Un libro que este miércoles 3 de agosto se presenta (22.30 horas, en el Casino de Cármenes) con la presencia de varios de los autores que participan en el mismo.
Son los once autores: Basilio Fernández, Julio Llamazares, Ángel Fierro, José Antonio Llamas, Antonio Manilla, José Vicente Pascual, Juanita Fierro, David Rubio, Aurelio Loureiro, Jesús Díez y Fulgencio Fernández. Once historias bien diferentes que se abren con el cuento de Julio Llamazares ‘La noche (en) que llegué al Café Sidoro’ y se cierran con el de Fulgencio Fernández ‘La noche (en) que cerró el Café Sidoro’, con un poema a modo de prólogo del que fuera el primer Premio Nacional de Poesía que se le concede a un autor fallecido y que, además, sólo había publicado un libro, Basilio Fernández, natural de un pequeño pueblo del municipio de Cármenes, Valverdín. El poema es el titulado significativamente ‘Alto Torío’.
En su relato Julio Llamazares narra las peripecias de la primera vez que llegó al que era el bar más clásico de la localidad, Casa Sidoro, la singular primera comunión que allí se estaba celebrando, una clandestina peli porno con el cura y el cabo de la Guardia Civil en la galería… Y en este mismo bar se desarrolla el relato de Fulgencio Fernández, pero treinta años después, la última noche antes de bajar la trapa, con tres clientes y el propio Sidoro.
José Antonio Llamas cuenta la historia del “último de los jamaros”, una singular saga de burros de otro de los vecinos ilustres, Angelillo, que ponía a sus burros el mismo nombre, como si fuera una dinastía real: Jamaro I, Jamaro II… hasta Jamaro VI, cuya vida cuenta.
Ángel Fierro cuenta una preciosa y poética historia, ‘El glayo que mira hacia Poniente. Río Torío’, en el que parte de la presencia de este pájaro singular —“Los glayos del espino / cuando apareces /gritan al verte / y hacer un alboroto / de fuego verde. // Los glayos del espino / cuando apareces son un revoloteo / de oro y aceite”— en una tonada de Piedrafita de la Mediana. Una letra poética con una música también singular que despistaba al autor, que por ellos no se atrevió a incluir en un disco de canciones de la comarca. Persigue Fierro la leyenda del glayo: “Y fue en Egipto, tierra de símbolos, donde los restos gigantescos de la legendaria ciudad de Tebas vierten al alto Nilo milenios de esplendor, alcanzamos los Valles de los Reyes y de las Reinas, donde aún es posible adentrarse en un laberinto de tumbas milenarias, de cuyas dinastías ustedes tendrán memoria. Y entonces… ¡los vi! Vi una banda de glayos esculpidos y milagrosamente aún policromados, en la pared de piedra ocre, que flanquea el acceso hasta la tumba de un faraón».
Aurelio Loureiro en su relato ‘El fantasma de Tabanedo’ indaga en el misterio de la despoblación de este pueblo del Ayuntamiento de Cármenes, que nada tiene que ver con las causas de despoblación de otros lugares similares a través de un singular vecino, Félix, y el último médico del lugar, don Eustaquio.
El relato de Jesús Díez, ‘La fotografía rota’, nos lleva a los tiempos de la guerra civil, muy dura en esta comarca, en la que muchos pueblos fueron completamente devastados por el fuego, con presencia maquis… Una vieja fotografía es el hilo conductor.
Antonio Manilla viaja en ‘Tabaco de menta’ a su infancia en Cármenes, a la vieja casona familiar, a la protección de los abuelos: “Pero había un mundo allá afuera, con caballos muertos repletos de gusanos, niñas con pechos y tabaco de menta. Mis abuelos me habían protegido de él mientras pudieron”.
Y José Vicente Pascual, autor madrileño/granadino, sorprende en su relato ‘El entierro de Joselín’ con un recorrido literario y real por las tierras de esta comarca de los Argüellos y la historia de un personaje que forma parte del imaginario de aquellas gentes.
Se completa el libro con una curiosa historia, ‘El criao’, de la fallecida Juanita Fierro, una recordada narradora oral, ya fallecida pero de la que se conserva la grabación de una de sus narraciones, puro realismo mágico, la historia de ‘un criao’ que echó raíces.