Multitudinaria presentación en León del tercer volumen de los diarios de Avelino Fierro

Collage de Avelino Fierro para la presentación de su libro.

Aunque se produjeron unos cuantos imprevistos, al final todo salió bien. El escritor leonés Avelino Fierro presentó el pasado viernes 22 de septiembre el tercer volumen de sus diarios, ‘La vida a medias’, editado por Eolas, y el público abarrotó el Salón de los Reyes del viejo Consistorio de León.

La poeta Ruth Miguel tuvo que leer su texto vía skype (gracias a David Encina que solucionó los problemas técnicos), tras ser anulado el vuelo que la iba a traer a León desde las islas Baleares. Completaron la presentación la periodista Eloísa Otero y la pequeña Libertad (nieta del autor), que leyeron sendos textos. Después, los músicos Marta Fierro (hija de Avelino) y Nico Guitare tocaron “a lo Django Reinhardt” mientras se proyectaba un precioso vídeo de Ursi Sánchez con los dibujos de Avelino. El final del acto fue un poco caótico, alguien encendió la luz, nadie sabía apagarla, y la proyección de unas fotografías —con personajes, lugares y ciudades que aparecen en los diarios— se diluyó un poco entre el calor, las conversaciones y las personas que hicieron cola para que el autor les firmara su libro.

Avelino Fierro, durante la presentación de su libro, con Ruth Miguel en la pantalla y Eloísa Otero al fondo. Foto: Murciego.

Reproducimos, bajo estas líneas, los textos leídos por Ruth Miguel y Eloísa Otero, respectivamente, en el acto de presentación del libro. Las fotos son de Juan Luis García y Vicente García:

 

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«Los diarios de Avelino son
una despensa de cultura europea»

Por RUTH MIGUEL FRANCO

Cuando Avelino me pidió que presentase su libro, me exigió que fuese escoltada por un archivero. Me dijo, textualmente, que solo admitiría que lo presentase si tenía que venir a ver papiros y tablas sumerias a la Catedral. Aclaro que me dedico parcialmente a desentrañar latinajos medievales y que no vivo en León. De hecho, la última vez que estuve con Avelino tomando algo en la terraza de Santo Martino, charlamos sobre archivos, bibliotecas y sobre papeles antiguos, sobre todos esos centros donde se acumulan siglos de sabiduría, datos, letras, música, poemas en cuaderna vía, tratados teológicos, inventarios y novelas de caballerías; en suma, donde se acumula la cultura. Pues bien, el tercer volumen de los diarios de Avelino Fierro, La vida a medias, es parecido a esos archivos. Sin polvo, sin telararañas (o con pocas), sin ese retrogusto a moho y a vino de misa rancio que desprenden los bibliotecas poco frecuentadas. Los diarios de Avelino son una despensa de cultura europea.

Aclaro qué entiendo por cultura; creo que no hace falta que aclare lo de la despensa. Aunque quizá decir “aclarar” es esperar demasiado de mí misma, porque definir cultura sobrepasa con creces mi misión en estas páginas, y creo que mi misión en el mundo en general, tanto por el tiempo del que dispongo como por mis capacidades. Pero, de manera muy resumida, si hacemos caso a los teóricos (yo suelo hacerles mucho caso porque son gente muy divertida), la cultura es un hecho fundamentalmente colectivo, con dos vertientes: una, los usos, costumbres y creencias de un grupo humano, y dos, el acervo de obras artísticas, las manifestaciones relacionadas con las humanidades, los saberes y las ciencias, lo que llamaríamos “alta cultura”. Sé que desde el punto de vista de la ortodoxia metodológica los divertidos teóricos podrían colgarme por los pies, pero admitamos que, básicamente, nos movemos con estas dos definiciones.

Y, en tercer lugar, en el terreno individual, podríamos decir que la cultura de un individuo es no solo su conocimiento, sino su amistad con las obras, las ideas, los textos y los objetos que componen la cultura. Y eso es lo que tenemos en las páginas de La vida a medias. Por los diarios de Avelino desfilan novelistas, poetas, cineastas, músicos, pintores y escultores. Cada una de estas referencias, lejos de ser una enumeración de gabinete decimonónico, es una declaración de amistad, es una apropiación y es, sobre todo, un regalo para el lector. Cuando habla de la nieve, cita versos de Rilke, de Zagajevski, de Antonio Manilla, de Rodrigo Olay, de Blas de Otero, fragmentos del Walden de Thoureau, de Miguel D’Ors. Y las referencias son continuas pero esta acumulación, lejos de convertirse en archivo sombrío, construye un mosaico de piscina por donde podemos andar en chanclas, las almohadas que las abuelas rellenaban con trapos y donde la cabeza descansa mejor que en ninguna otra.

La no multitud de los “lectores severos”, capitaneados laxamente por Avelino, nos movemos por esas habitaciones llenas de libros, de cortinas y grabados, por entre cerámicas y farolas, nos movemos con comodidad y con calma, porque es su casa y es nuestra casa. La vida a medias es la intersección entre la cultura de las pinacotecas y las sinfonías y el vaso de vino en el bar de toda la vida; la intersección entre un proyecto global, casi renacentista, como el que se vivió en la Europa de entreguerras, y las pequeñas escenas de consultas en hospitales donde valora la conversación más que la atención médica, las llamadas de Greenpeace para que salve las ballenas, las playas de Gijón en las que se acercan lectoras y la moqueta pringosa de los hostales de mochileros.

Quiero poner énfasis en esta palabra, intersección: un terreno intermedio, una zona neutral. Avelino describe espacios insignificantes; calles nocturnas, el monte cotidiano de la Candamia, bares pequeños, adoquines y los puntos de luz que bailan sobre sus libros. Recordemos que es en terreno neutral donde se puede negociar, donde se puede dialogar. En La vida a medias, Avelino dialoga consigo mismo, con el lector y, lo más importante, dialoga con el tiempo. Dialoga con unas calabazas que pinta y que se derriten y deconstruyen; y, muy importante en el arte de la conversación, el dibujante de diarios sabe también escuchar. Se pregunta para qué escribir, y trata de escuchar la respuesta en las cosas. Nos preguntamos con él por el paso del tiempo, por el sentido de las variaciones en las cosas; el autor pregunta y todos quedamos esperando la respuesta.

El diálogo, la conversación, se rige por máximas mucho más complejas e inasibles que las de la ficción. El yo que dialoga es, en esencia, menos yo que un yo inventado. Avelino me sugirió que, para presentar su libro, tomase algunas frases de un artículo donde pongo a bajar de un burro a Anaïs Nin y sus devaneos literarios y eróticos, pero no le voy a hacer ni caso. Cuando hablamos de diarios, no hablamos necesariamente de la escritura del yo, sino de la escritura de un yo. El yo no pertenece al autor, sino que es autor, y está sometido a las leyes implacables del diálogo con la página y los destinatarios de la página. Y en estos diarios de Avelino los destinatarios de la página pasan, alternativamente, de espectadores a habitantes del yo.

La cultura, de la que hablaba antes, consiste en amoldar el yo a otros yos más grandes. En dejarlo que chapotee en la música y se manche de pintura, que se quede leyendo hasta tarde. En que se desdoble y se pierda y se amuralle. Este libro es una serie de deslumbramientos pequeños, una reivindicación de la normalización de la cultura que tanta falta hace en estos tiempos y que nuestros yos lectores disfrutarán y agradecerán.

 

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«Avelino Fierro y su pasión por los libros»

Por ELOÍSA OTERO

Estamos aquí con Avelino Fierro (Chozas de Arriba, León, 1956), para presentar el volumen III de sus Diarios, editado, como los dos anteriores, por el sello leonés Eolas, que dirige Héctor Escobar.

El primero de los libros lleva por título «Una habitación en Europa (2010-2012)» y en él Avelino se retrata como escritor, pero, sobre todo, como lector, como “lector agradecido”. Este primer tomo contiene una miscelánea de géneros: desde el ensayo a la literatura de viajes, pasando por esbozos de poemas, cartas, conferencias y pequeñas narraciones o cuentos, aunque predominan las anotaciones de un diario personal, el grueso del texto.

En los dos siguientes, «Ciudad de Sombra (2013-2014)», que fue el volumen II, y este que tenemos entre las manos, «La vida a medias (2015-2016)», Avelino recoge una selección de sus textos y dibujos publicados durante los últimos cinco años en la sección “Querido diario” de la revista cultural digital TAM TAM PRESS (donde ya lleva casi cien entradas).

TAM TAM PRESS. como muchos sabréis, es una revista o plataforma digital que montamos hace cinco años, cuando la crisis nos dejó en el paro a muchísimos periodistas. La montamos entre Camino Sayago, Sergio Jorge y yo misma, aprovechando las ventajas que ofrecía Internet, con la intención de seguir haciendo periodismo cultural. Pero TTP también forma parte de la larga tradición de revistas literarias de la que presume esta provincia, y que se remonta a Espadaña y Claraboya, sigue con Barro, Cuadernos Leoneses de Poesía, El Signo del Gorrión… y continúa hasta nuestros días, con publicaciones como Vinalia Trippers, The Children’s Book of American Birds (Club Leteo), o la revista de poesía FAKE, entre las más recientes. Y digo esto porque TAM TAM PRESS también es una revista literaria, en el sentido de que publicamos textos de creación, relatos, poemas, ilustraciones y fotos de un montón de colaboradores, en su mayoría vinculados a León, pero también de fuera, que han ido variando y enriqueciendo la revista en estos cinco años.

Fue en 2012, al poco de empezar con TAM TAM PRESS, cuando le pregunté a Avelino si quería enviar alguna colaboración… y dijo que sí. En aquel entonces, yo solo había leído alguna cosa que él había publicado en la revista del Club Leteo, pero no tenía ni idea de que Avelino enviara textos periódicamente a unos cuantos amigos, maquetados por su amigo Alberto R. Torices (y que son los textos que reunió después en “Una habitación en Europa”, el primer volumen de sus diarios).

Así que cuando nos llegó la primera entrega a TAM TAM PRESS, me quedé absolutamente sorprendida, y mucho más con las siguientes… ¡No tenía ni idea de que Avelino escribiera así de bien! Enseguida se convirtió en el colaborador más leído de la revista, y en el más comentado (me consta también que mucha gente le envía comentarios a su propio correo electrónico)… Yo creo que sus diarios son adictivos, en cuanto se publica una nueva entrega empieza a subir el número de visitantes de forma rapidísima: 100, 200, 300… ¡500! y más…

Avelino es fiscal de menores, y es curioso cómo nunca menciona su profesión ni apenas habla de nada relacionado con su trabajo en las páginas de sus diarios. En ellos habla, en cambio, de sus paseos por la ciudad, al caer la tarde o la noche, de sus encuentros y conversaciones con amigos, de sus pensamientos y reflexiones, también de sus viajes con Mar y distintos grupos de amigos por España o por Europa, de su nieta Libertad, que ha ilustrado alguna de sus entradas…

A Avelino le gusta describir la ciudad y la naturaleza, se fija en los colores y en los sonidos; tiene entradas muy bonitas e iluminadoras sobre la música, también sobre el arte y la pintura, a partir de la visita a alguna exposición de gente cercana… Como ha escrito su amigo Antonio Manilla, Avelino, “bien aprendida la lección de Josep Pla, personaliza las noches y los días dejando que la realidad —y el humor de su mirada inteligente— les haga un traje cotidiano”.

Pero de lo que más escribe en sus diarios, es de sus lecturas y de su pasión por los libros. Porque tiene algo de bibliófilo Avelino Fierro, tan aficionado a libros raros y a esos otros, más normales, que para él son valiosos antes que curiosos… Aunque, al mismo tiempo, asegura que aquello que según Umberto Eco caracteriza a los bibliófilos —“desear, poseer, enloquecer”— no va con él.

Él se define más como alguien a quien le gusta mucho leer, y es de los que cogen los libros armado de un lápiz, para subrayar y anotar, y dibujar. Eso sí, su lugar ideal para la lectura es la biblioteca que tiene en la buhardilla de su casa, porque, como él dice, “unas frases te llevan a otras y a otros autores o al diccionario… es como los hipervínculos digitales”.

Avelino es un lector exquisito, y un escritor preciso, que tanto con la escritura como con la lectura busca ahondar en la conciencia humana y tomar conciencia de la vida. “Lo importante es leer”, dice él. “Y leer poesía es la mejor gimnasia para la mente, la escritura, la vida”.

Avelino escribe mucho, también, sobre el propio hecho de escribir. Un ejemplo:

“Puedo estar días, semanas, sin escribir una sola línea. Pero echo mano ahora de esos pequeños diamantes que encuentro en el dobladillo del pantalón viejo de los veranos, lleno de remiendos, cuando lo devuelvo con cuidado, siguiendo el rito casero de las estaciones, al armario”.

Pero también hay que decir que detrás de Avelino, o más bien junto a él, hay una gran mujer: Mar. Porque Avelino escribe a mano, con boli… escribe de noche….. y es Mar quien se lo pasa luego al ordenador, y lo corrige todo con mimo… ¡y no se le escapa ni una!

Para terminar, les voy a leer el primer párrafo de la entrega nº 84, con la que hace tiempo anunció que cerraría el tercer volumen de sus diarios:

“Salí a pasear en este último día del año por uno de los barrios deprimidos de la zona norte de la ciudad. El otro es el mío. Me gusta más por el que caminé, ya de noche, un buen rato. Tiene cuestas y recodos inesperados y ese olor a humo de cocina económica o de haberle chamuscado las filoplumas a un pollo de corral. Hay todavía muchas casas bajas, y en las noches de verano las mujeres sacan las sillas y se ponen de filandón a la fresca. Como no hay locales comerciales ni nada que distraiga los sonidos de la vida, paseando por estas aceras muy estrechas puedes oír las radios, el borboteo de los pucheros y cómo a veces se hace el amor (…)”.

Él dice que es un “escritor por encargo”. Yo no lo creo. Pienso en cambio que Avelino no podría vivir sin leer ni escribir, ni sin darnos a los amigos y lectores sus páginas. Eso es lo que lleva demostrando en TAM TAM PRESS durante los últimos cinco años. Y esperemos que siga mucho tiempo… ¡Gracias!

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5 Comments

  1. Queridos amigos, aprovecho está página sobre la presentación para agradeceros a todos vuestra asistencia y apoyo.
    Y siento que el acto estuviera lleno de esas incidencias e imprevistos a los que hace mención Eloísa al inicio de esta página.
    Besos y abrazos.
    Avelino.

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  2. Querido Ave… que los imprevistos no fueron tantos, y todo se pudo subsanar satisfactoriamente al fin y al cabo… Creo que todos lo disfrutamos y lo pasamos muy bien. Yo solo siento haberme perdido las fotos del final, que empecé a verlas pero luego resultó imposible por la algarabía… Así que a ver si un día nos haces un pase, que podría ser algo muy bonito ¿no? Más besos

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