«Tiempo de manzanas», con bronces de Miguel Iribertegui y obra sobre papel de artistas leoneses, en la galería Ármaga

Este viernes 20 de diciembre, a las 19:30 horas, se inaugura en la galería leonesa Ármaga la exposición «Ángeles, pastores y aluches, el legado artístico leonés de Miguel Iribertegui». La muestra de pequeñas esculturas en bronce del fallecido artista y escritor dominico se completa con una colectiva (originales sobre en papel) de artistas vinculados a la galería: Alcahud, Escanciano, Febrero, Castorina, Teresa Gancedo, García Benavides, Zurdo, Amancio, Jular, Mestre, Reme Remedios, Tranche, Llamas Gil y Vargas. Hasta el 27 de enero de 2020.

Como explica el comisario de esta muestra, Gonzalo Blanco:

«Ángeles, pastores y aluches, el legado artístico leonés de Miguel Iribertegui es una antología de esculturas en bronce que comprende piezas del mundo pastoril, figuras emblemáticas de ángeles y muestras significativas de lucha leonesa y grupos humanos relacionados con el folclore y la música.

Una atmósfera fascinante de obras del fallecido dominico navarro, que pasó sus últimos años de madurez en La Virgen del Camino (León) con una intensa actividad en los diferentes registros de su personalidad poliédrica: escritor, poeta, músico, teólogo y profesor de Bellas Artes.

Conocido y admirado por muchas personas de la capital del Reino, esta exposición de pequeñas piezas en bronce brinda una admirable oportunidad de reencontrarse con la inspiración y creatividad tan próximas y tan poderosas de Iribertegui«.

La muestra se completa con una muestra colectiva (originales sobre papel) de artistas vinculados a la galería leonesa, todos ellos leoneses o vinculados de una u otra forma a la provincia: Gloria Alcahud, Miguel Escanciano, Miguel Ángel Febrero, Castorina, Teresa Gancedo, Elías García Benavides, Luis García Zurdo, Amancio González, Manuel Jular, Juan Carlos Mestre, Reme Remedios, Esteban Tranche, Modesto Llamas Gil y Alejandro Vargas.

Ovejas. Una de las pequeñas esculturas en bronce de Iribertegui que se pueden ver en Ármaga.

:: Sobre Miguel Iribertegui, «escultor de almas»

Natural de la Aldea de la Población, Navarra, donde nació en 1938, Miguel Iribertegui fue músico, dibujante inspirado, escultor fértil, pero también poeta de altos vuelos y escritor de teología y filosofía. Su erudición plural no excluía prácticamente a ningún referente importante de la cultura (los clásicos, la patrística, la escolástica, los semiólogos, los pensadores y escritores contemporáneos). Murió el 7 de noviembre de 2008, en la enfermería que tiene la Orden de Predicadores en Villava (Navarra) a escasos seis kilómetros de donde había nacido. Tenía setenta años de edad y dejaba una herencia fresca, punzante, extraordinariamente sugerente, compuesta de escritos y obras artísticas: un millar aproximado de dibujos y bocetos artísticos, más de un centenar de piezas en barro, bronce y madera, un corpus poético extenso, hondo, poliédrico (sonetos, romances, poemarios libres, prosa lírica) y un alud de escritos que acumulados arrojan un primer saldo de más de diez mil folios.

Miguel Iribertegui.

Fue Miguel Iribertegui, fray Miguel, un hombre polifacético y un trabajador incansable, además de entrañable profesor, como le recuerdan sus alumnos. Para él, la belleza y el arte tenían que ver con la transformación del mundo y con el anhelo humano de una fraternidad universal. Y eso es algo que exhalan sus pequeñas esculturas de bronce.

Cuando en 2011 se inauguró en la iglesia de Palat del Rey (León) su primera exposición, el entonces prior de la Comunidad de Dominicos Virgen del Camino –donde Iribertegui pasó muchos años, y donde también ejerció como prior–, Miguel Santos, apuntaba que «el Padre Miguel no quiso en vida hacer ninguna exposición pública de su obra».

Sin embargo, alguna vez sí lo pensó, y llegó a hablar de ello con Asunción Robles y Marga Carnero, de la galería Ármaga, quienes, entusiasmadas, quisieron ayudarle a prepararla. Al final Iribertegui no se decidió a hacer aquella exposición en vida («era demasiado humilde»), pero sí se fraguó una gran amistad entre el fraile y las galeristas, que se convirtieron en conocedoras y admiradoras incondicionales de su preciosa obra.

Precisamente Asunción y Marga, junto con el escultor leonés Amancio González, fueron quienes asesoraron en 2011 a Gonzalo Blanco, el comisario de aquella muestra, para llevarla a cabo y editar un cuidado catálogo, con fotografías de Manuel Martín y textos esclarecedores del propio Miguel Iribertegui, Gonzalo Blanco, Manuel Santos, Francisco Javier Carballo, Máximo Gómez Rascón, Amancio González, José Antonio Robles, Antonio Barreñada y Ricardo Luis Carballada. Este último recordaba entonces cómo Iribertegui le decía «que el arte no puede concebirse ni como huida de lo real ni como ornamentación burguesa». Para él, escultor de almas, la belleza del arte tenía que servir para preguntar e inquietar. «Crear es vencer la cuadrícula», sostenía este original escultor de lo humano y lo divino.

En la muestra que permanecerá desde el 20 de diciembre de 2019 hasta el 27 de enero de 2020 en la galería Ármaga aparecen resumidos los temas que Iribertegui siempre tocó en sus obras: los ángeles, la Navidad, los pastores, los frailes, las tradiciones ancestrales, el patrimonio simbólico de León (como la lucha leonesa y los pendones)…

Como advierte el escultor Amancio González, Miguel Iribertegui «utilizó sus obras como herramienta poética, logrando una galería asombrosa de tipos y códigos estéticos de exuberante plasticidad».

«Pendón leonés», una escultura de Miguel Iribertegui que se puede contemplar en el viejo Consistorio leonés.

El Ayuntamiento de León adquirió en el año 2011 su pequeña escultura «Pendón leonés» realizada en bronce, que quedó instalada junto a la entrada al Salón de Plenos en el edificio del viejo Consistorio municipal (Plaza de las Palomas), y de la que se realizó una pieza en gran tamaño (no demasiado lograda) que se colocó al aire libre, entre San Marcos, el Auditorio y el edificio de la Junta en León. Esta obra, en concreto, hace referencia a una de las tradiciones más arraigadas de nuestra tierra, ya que representa a varios hombres izando un pendón leonés.

Y aunque su producción escrita sigue en su mayor parte inédita, en 2014 salió a la luz el libro «Papeles de Tambopata», con textos sobre las misiones de los dominicos en el Perú, la selva amazónica, los grandes ríos, la fauna y los escenarios sociales y humanos de esa geografía. Iribertegui había visitado este territorio respondiendo a invitaciones muy concretas y datadas (2002 y 2008) para impartir cursos de Eclesiología, Mariología y Dominicanismo.

En este libro se puede comprobar que Miguel Iribertegui no sólo anota, sino que «escanea», medita, inventa como escritor de talla, la realidad en sus pliegues más ocultos e iluminadores. El relato da cuenta así de un inventario copioso y deslumbrante: los tipos humanos, la belleza salvaje, fulgurante y violenta de las fieras, el misterio abisal y tormentoso de los ríos, con su enorme poder de vida, de fertilidad y de destrucción, los árboles, las nubes, las tormentas…

Escultura en bronce de Miguel Iribertegui.

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