
Por CAMINO SAYAGO
El escultor leonés Amancio González interviene el hall de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León con «Deconstrucción XI», una de las piezas de mayor formato de toda su producción. Ha optado por nuevos materiales que, como el hierro y el acero inoxidable, le permiten dibujar en el espacio y colgar en el aire volúmenes. La instalación, comisariada por Roberto Castrillo, se inscribe en el programa el “Hall transformado”, una propuesta impulsada por Javier Hernando hace 22 años. Permanecerá expuesta hasta finales del mes de noviembre.
Aunque «Deconstrucción XI» surgió sobre el papel, ahora dialoga con el espacio que habita. Está formada por la silueta de un cubo y una figura que cuelga de él. El cubo está realizado con tubo estructural cuadrado de 10 cm. x 10 cm. y de 6 metros de lado, y la figura se compone de aproximadamente 3.000 piezas de varilla de acero corrugado de 1 cm. de diámetro cortadas a 8 cm de largo y 22 metros de soga de 2 cm de diámetro. Son las características concretas de esta pieza, que, según Amancio González, burla la gravedad y está relacionada con metáforas de la naturaleza humana. Su fin: establecer un dialogo entre la figura y la arquitectura, entre la escultura y el espacio que habita y entre ellos y el espectador. De esta obra y del nuevo camino hacia el que se dirige su trabajo hablamos en esta entrevista.
—El propio título de la instalación, “Deconstrucción XI”, hace referencia al proceso, ¿quizá también a una nueva etapa en tu trabajo?
—Efectivamente “Deconstrucción Xi” pertenece a una serie de esculturas realizadas en metal, mejor dicho en la mezcla dentro de una obra de diversos materiales, tiene como objetico estudiar el comportamiento estético cuando se enfrentan o tensionan entre sí, explorar sus posibilidades expresivas. Así al calor aportado por el acero corrugado trabajado en su faceta más orgánica le complementa la fría e inorgánica geometría del tubo estructural cuadrado dentro de una composición escultórica, la soga o cordel es el único elemento de origen vegetal que equilibra el conjunto y le dota de la fragilidad necesaria para provocar la sensación de vértigo.
En esta nueva etapa estoy muy interesado en ofrecer al espectador un dialogo entre la figura y la arquitectura, entre la escultura y el espacio que habita y entre ellos y el espectador.
En todas las obras de esta serie, el individuo aparece realizando una acción imposible, una imagen más cercana al mundo mental o emocional que al real, en todo caso ilusiones o metáforas de la naturaleza humana donde el personaje se esfuerza en mover cambiar transformar o destruir aquello que le sirve de apoyo o de acomodo o aquello que ya estaba establecido sin importarle las posibles consecuencias de su acción.
Inspirándose quizá en una de las primeras voces que debió de surgir en el interior del ser humano primitivo cuando decidió bajar de los árboles “camina” (Juan Carlos Pajares)
—El hierro y el acero inoxidable te permiten dibujar y colgar en el aire volúmenes. Una nueva técnica… parece que te aproximas a la pintura.
—Exacto, desde el punto de vista procesual la técnica es muy similar, ambos partimos de la nada y generamos una forma susceptible de ser corregida o alterada en cualquier momento, nos diferencia el volumen y a veces ni eso, ya que algunas de las obras solo admiten como buena un punto de vista determinado.
Este sistema de trabajo me da una libertad desconocida para mí y que me permite burlar en ocasiones a la que para mí es mi principal obstáculo, la fuerza de la gravedad.
—Es una obra de grandes dimensiones. ¿Dónde has trabajado la escultura? ¿Y cómo ha sido el traslado de los materiales?
– Si, es la obra de mayor formato que he podido realizar y en ese sentido quiero hacer constar mi agradecimiento a la Universidad de León por la oportunidad y confianza que me ha dado.
Teóricamente la obra es sencilla pero debido a las dimensiones el montaje resultó complicado y fue gracias a numerosos amigos y estudiantes de la Facultad de Artes los que hicieron posible que pudiéramos ejecutarla.
La figura la realicé en mi estudio, una figura de gran formato, de unos dos metros y medio que llevó no menos de 3.000 piezas de acero corrugado de 8 cm. de largo por 1 cm. de diámetro y con un peso aproximado de 170 kg.
Afortunadamente el alquiler de una carretilla elevadora nos facilitó muchísimo el izado y fijación.
—El diálogo con el espacio arquitectónico es una de las premisas del programa del Hall Transformado. ¿Cómo te lo has planteado?
—La primera vez que me di cuenta de las dimensiones reales del Hall de la Facultad de Filosofía y Letras fue hace unos meses acompañado por el comisario de la exposición, el profesor Roberto Castrillo, tengo que confesar que yo no estoy acostumbrado a realizar este tipo de obras.
El Hall es un espacio que arquitectónicamente funciona como un reloj, todo está en su sitio, la primera pista me la dio el suelo y los 4 cuadrados enormes que allí se dibujan, decidí prolongar uno y darle volumen, dejar que se manifestara en las tres dimensiones uno de esos cuatro cubos enterrados, luego me di cuenta que dentro de aquel espacio organizado geométricamente solo aportaba volumen así que pensé en hacerle hablar, pensé que quizá si le desequilibraba tan solo unos centímetros impondría al Hall una presencia que a modo de director de orquesta dirigiese todos los elementos que le rodeaban.
La otra pista me la dio el techo, dos enormes vigas de hierro separadas entre sí la misma distancia que la dimensión del cubo y que soportan toda la estructura, así que decidí unir el suelo con el techo a través de unos elementos escultóricos que rompieran el orden y se organizaran de otro modo.
La principal observación del conjunto permite al espectador contemplar un Hall con ojos nuevos, más abarcable, más pequeño.
—¿Qué objetivo persigue esta intervención? ¿Es una pieza continuista con tu obra desde el cambio de siglo o la consideras un nuevo eslabón hacia otro horizonte?
—Creo que el objetivo de este tipo de intervenciones artísticas dentro de un espacio universitario no tiene otro objetivo que acercar el arte a los estudiantes de las diferentes ramas para estimular de alguna manera su capacidad creativa o de debate, el arte no necesita de otra cosa más que de la complicidad del espectador y desde este punto de vista es posible que también sirva para ahuyentar la sensación de soledad individual y haga a los jóvenes más participativos en el intercambio de ideas y opiniones.
Este tipo de obra que comienzo a trabajar en el año 2001 tiene su origen en el papel, en la práctica del dibujo y responde a la imposibilidad técnica que tenía por entonces para llevarla a cabo. “Deconstrucción XI” nace también en el papel pero esta vez los límites de la obra los pone el propio edificio, es una experiencia única para mí y estoy convencido de que esta obra me va a ayudar a seguir desarrollando nuevas propuestas.
—Combina lo geométrico (el cubo) y lo figurativo (la silueta humana). Es una apuesta diferente, ¿Cómo llegas a ella?
—Mis primeros años como escultor los pasé realizando esculturas en madera donde la figura humana era el principal motivo de investigación, fueron años de aprendizaje y fundamentales para entender lo que es hoy mi actual trabajo.
Tuve varios intentos de romper con la figura humana porque de alguna manera intuía que la figura únicamente me estaba siendo esquiva para lo que yo le pedía, pero curiosamente en uno de esos intentos de ruptura comencé a reproducir en madera diversos elementos de hierro como por ejemplo la viga UPN o incluso el tradicional ángulo de hierro y creo que fue en esa época cuando me di cuenta de que podía intentar la unidad escultórica con dos elementos opuestos pero complementarios. Aún sigo en este punto pero no descarto nada y no pierdo de vista que el objetivo sigue siendo la unidad escultórica y que cada vez tengo más claro que el punto de arranque para llegar a ella no es otro que el pensamiento poético.
—Estas en Fuerteventura cerrando un año viajero, para participar en un nuevo simposio de escultura. ¿Qué proyectos tienes a la vista?
—En este momento participo en el 2º Simposio Internacional de Escultura organizado por el Ayuntamiento de Pájara en la Isla de Fuerteventura, el proyecto presentado sigue la misma línea y técnica de mis últimos trabajos en metal y a mi regreso a León preparo unas intervenciones escultóricas gracias a la Diputación en la llamada “Ruta del Celorio” en plena montaña leonesa entre las localidades de Geras y Paradilla
—También tienes en la actualidad una retrospectiva en Sahagún, en el Santuario de La Peregrina, en la que muestras tu obra desde el año 2001. Hablemos de ella.
—Es posible que sea una de las exposiciones más bonitas que he hecho. El hierro de la escultura y la piedra del Monasterio se complementan muy bien. He querido reunir en este lugar toda la obra que he podido reunir en hierro desde que comencé a trabajar con este metal en el año 2001 hasta el día de hoy. No son muchas piezas ya que hubo un lapso de tiempo considerable en los que deje este tipo de obras desde el año 2004 hasta el año 2013 en el que realicé “Return” en la ciudad turca de Iskenderun.
«El Hall Transformado»
«Deconstrucción XI». Amancio González Andrés
- Hall de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. Campus de Vegazana. León.
- Hasta finales del mes de noviembre de 2015.
Información complementaria:
- “Deconstrucción XI”. Tensiones espaciales en la obra de Amancio González, un texto crítico del profesor y comisario Roberto Castrillo.

Amancio, como siempre , caminando un paso adelante, bravo amigo
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