Sexta crónica del TESLA, Festival de experimentación sonora en tres jornadas y un epílogo sobre la tercera jornada del festival (21 de febrero ’16) en el MUSAC (León), a cargo de Chefa Alonso y Cova Villegas, y el epílogo (22 de febrero) en El Albéitar, con un concierto de Hara Alonso.
Por ANTOINE GONZÁLEZ
(21 y 22 de febrero)
El domingo fue un día luminoso en el Musac. El sol calentaba. Cova y Chefa jugando y componiendo. Y Pamen Pereira nos hacía volar con sus bandadas de pájaros.
Cova Villegas y Chefa Alonso, que estuvieron presentes en la primera jornada del festival con una charla en Musac sobre la improvisación en música, ofrecieron el domingo un recital con la extraordinaria voz de Cova y la versatilidad instrumental de Chefa. La voz buscando todos sus registros experimentando con ella como en un laboratorio. Los instrumentos creados y sugeridos por Chefa creando paisajes de todo tipo: el circo, el free jazz, la naturaleza, lo electrónico a través de lo analógico. Como bien dice Fandiño, la experimentación está ahí desde las cavernas, no es un ámbito exclusivo de la electrónica. Pertenece al ámbito de la creatividad y la imaginación. Quizás esas profundas raíces sean las que han hecho de este Tesla toda una experiencia meditativa. Y Cova y Chefa en esta tercera jornada lo corroboran. Sensaciones de regreso al origen, volver a ser inocente en contacto con el universo a través de los sonidos.
En ese estado continuaría visitando la exposición de Pamen Pereira en Musac. Huesos, cuernos y astas, raíces, piedra. De nuevo el regreso a lo telúrico, a la Tierra, al origen. Bandadas de pájaros, velas, dorados. La certeza de elevación, de eternidad, de lo cósmico. Una muy recomendable exposición de la que me gustaría escribir en otra ocasión.
La despedida musical a esta mañana correría a cargo de Indigexta Dj, cerrando el círculo de mujeres de esta soleada mañana.
Y el lunes llegó el epílogo. Gran asistencia de público que llenó a rebosar El Albéitar, otro de los espacios imprescindibles de la cultura en León. Carlos Ordás agradecía a artistas, colaboradores y público esta gran edición y nos contaba los orígenes cuando con Genzo P. y David Encina pensaba en el Tesla. Luego pudimos ver en gran pantalla el video de Fandiño para esta edición y la pantalla se elevó para desvelar detrás en el escenario la presencia de Hara Alonso. Dos pianos la acompañaban, uno eléctrico usado como teclado midi con sonidos pregrabados en cada tecla. Y otro piano de aspecto analógico pero intervenido. Completaban el conjunto varios pedales, asemejándose el todo a un gran órgano. De hecho los sonidos que Hara produce se asemejan a la diversidad orquestal del órgano. Y sin embargo todo lo que sonó, por extraño que parezca, parte del sonido del piano. En el estudio amplifica, estira, se introduce en el sonido que produce cada tecla. Experimenta, como en un laboratorio, todas las posibilidades. Entre ellas las diferentes intensidades y tonalidades dependiendo de la forma de tocar, de cómo el dedo toca la tecla. El conjunto, como en su actuación en el Museo de León, vuelve a ser muy melodioso y espectral. Comentaba al final del concierto que eligió para León obras con más melodía para facilitar la comprensión a su familia (recordamos que es de Astorga pero lleva muchos años de carrera internacional viviendo fuera de su tierra), ya que tiene propuestas más transgresoras. Sorprendente fue durante su actuación el uso del cuerpo y los movimientos a modo de coreografía que estaban coordinados con sonidos. A simple vista parecía que sus movimientos en el aire eran captados por algún sensor que activaba sonidos, pero los activaba ella desde los pedales, dándole un toque mágico a su acción en escena.
El final fue muy imaginativo y original. Los componentes de Teatro el Mayal aparecían ofreciendo a Hara rosas y vino, pero al beber cayó desmayada. La envuelven en una especie de sudario y el cortejo fúnebre desparece del escenario dejando al piano como único protagonista. Un simbólico entierro de esta segunda edición Tesla que espero sean muchas más. Por varias razones. La primera de todas por poner en valor la escena musical más arriesgada y experimental en León. La segunda por traer de vuelta a casa a grandes artistas emigrados de su tierra y que podamos disfrutar de lo que hacen por todo el mundo. La tercera por invitar a artistas, de aquí o de allí o ciudadanos del mundo, todos ellos con propuestas de gran calidad, con mucho trabajo de investigación y mucha inquietud y curiosidad. La filosofía del Tesla, independiente, autofinanciado y basado en las redes de colaboración, es una de sus virtudes.
Y con un vino español y la sorpresa de un enmascarado Genzo P. el festival cerraba esta gran edición. Agradecido a todos los que hacéis posible Tesla Festival.