Exceso de celo y vigilancia en el TAC

Los actores de la Stille Fanfarre dentro de un establecimiento de lencería femenina. Foto: Carlos Arranz.

Policías municipales interrumpen un espectáculo y un miembro de la organización amenaza e impone silencio a las personas del público.

Desde últimoCero

El Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle (TAC) de Valladolid cuenta con un respaldo popular incuestionable, con independencia del mayor o menor nivel de calidad de las propuestas –los recortes dejan sentir sus efectos– que estos días llenan la ciudad.

La magia y la sorpresa puede surgir en cada esquina. Está muy bien que los actores de la Stille Fanfarre entren en un establecimiento de lencería femenina, como sucedió en la mañana de este viernes 24 de mayo en la calle Santiago, o que Lusco e Fusco vuelvan a sorprender con sus danzas, en esta ocasión a la vera de San Agustín.

Sin embargo, testimonios recabados por últimoCero califican de «injustificado» el celo de unos agentes locales cuando interrumpieron una actuación musical en Portugalete en la noche del jueves. Una zona, de nuevo, tomada por la policía municipal y con el punto de mira en un establecimiento de la zona, al que hoy mismo han vuelto a visitar porque había gente bebiendo en la calle, y al que ayer se responsabilizó inicialmente de la actuación. Celo que no en todos los sitios de la ciudad es el mismo.

Otras fuentes consultadas por últimoCero tambien consideran «reprochable» el comportamiento de un individuo «moreno de pelo y tez, mandíbula ancha, complexión fuerte, que luce una credencial del TAC» y que en la tarde, también del jueves, 15 minutos antes de comenzar el espectáculo, mandó callar a la gente que estaba «a más de 20 metros de donde se presuponía iban a estar las actrices» de La Boca Abierta, bajo amenaza de echarles de la plaza El Salvador. Al acabar el espectáculo el mismo individuo «empujó a varios jóvenes» con el fin de desalojar la plaza, apuntan testigos presenciales.

Poco después, a las 19.45 en la plaza de la Universidad, «el mismo individuo» obligó, de nuevo con «amenazas de echar a gente», a sentarse a las personas de las primeras filas. «A punto de finalizar el espectáculo pisoteó a diversas personas –que él mismo había obligado a sentar– y diversos bolsos, para acceder a un niño de color que pisaba ligeramente la lona extendida en el suelo con el pie mientras estaba sentado ante ella (sin ningún peligro para él ni para los actores), además ha levantado con violencia al niño (5 o 6 años) y lo ha vuelto a sentar detrás de la raya de la lona, casi imaginaria», comentan con indignación algunos de los asistentes.

Un celo guardián que espanta la magia y la sorpresa. El ‘tic’ TAC de Valladolid.

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