«El eucalipto en llamas», de Mariana Mancebo Añez, un poemario postcolapso

Portada del libro de Mariana Mancebo Añez, nº 10 de la colección ‘A cuentagotas’, con imagen y diseño de Rocío Cuevas.

Con ‘El eucalipto en llamas’ (Eolas Ediciones), la joven traductora venezolano-leonesa Mariana Mancebo Añez debuta en la literatura con su primer poemario. Estamos ante un libro escrito «durante una crisis vital, metiendo el dedo en la llaga y encendiendo cerillas en la oscuridad…».

Este volumen es el décimo número de la colección ‘Libros… a cuentagotas’ (y el primero de los cinco proyectados en 2022), auspiciada por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de León, a través del programa de ocio alternativo es.pabila. Una colección que nació con criterios de calidad y que va consolidando su vocación de continuidad, al cuidado de Eloísa Otero, con diseño exterior y portadas de la fotógrafa y diseñadora gráfica Rocío Cuevas y con publicación a cargo del sello leonés Eolas.

«El eucalipto en llamas es un poemario postcolapso. Postcolapso material, en una tierra devastada sobre la que solo caminan dos seres humanos; y postcolapso personal, en el que dos personas se ven obligadas a vincularse en un mundo en el que los Otros son un fantasma. Lo escribí durante una crisis vital, a lo largo del proceso de recuperación de la depresión y la ansiedad social. Lo escribí metiendo el dedo en la llaga, queriendo entender cuando no entendía, encendiendo cerillas en la oscuridad. Es, sobre todo, un libro que habla de la dificultad para vincularse con otros, de la dificultad de amar sin miedo y de la necesidad de buscar formas de amar bajo ese miedo que nunca nos abandona», señala la autora.

Mariana Mancebo Añez (Barquisimeto, 1993) es venezolana de nacimiento y leonesa de adopción. Ella misma se define como «bicultural, bisexual, poliamorosa, inmigrante, anarquista y pobre». «Para financiar vicios como comer o dormir bajo un techo» ha trabajado como cajera de Burger King, repartidora de flyers en la Gran Vía, camarera de un maid cafe en Tokio, cantante de orquesta y profesora de secundaria, aunque su verdadera vocación es juntar letras: «La escritura es mi única arma para enfrentarme al mundo: es cuchillo de autodefensa y escalpelo de autoanálisis; un bisturí para examinarme a mí misma y a los demás».

En el verano de 2022, Mariana Mancebo Añez se trasladó a vivir a Japón, donde actualmente trabaja como traductora.

:: Algunos poemas del libro

Empieza así:
La casa vibra.
El murmullo crepitante de algo que se rompe
y después nada.
La reverberación de los tímpanos
en el silencio completo.

* * *

Lo que roe las entrañas
hay que dejarlo.
Dejar que horade y perfore,
que se mueva por dentro,
aunque duela.
Que sane
y que vaya quemando y sea insoportable,
que cauterice
todo lo infecto.
(Agarro un cuchillo mellado
y corto el cordón umbilical,
la soga en el cuello que nos une
y que nos ata).

* * *

Los rastrojos se queman en verano,
se prende una pira de ramas secas
en una extensión delimitada.
Pero cuando salimos de la casa todo arde,
el bosque en llamas,
las ramas viejas y nuevas,
el tronco y la corteza,
las puntas pálidas de los eucaliptos.
Las copas se van cargando
de humo blanco y aromático,
son como un incensario,
y detrás el cielo incendiado.
Nos cuesta un poco respirar
y nos tomamos de la mano.

La poeta y traductora venezolano-leonesa Mariana Mancebo Añez.

:: Sobre «El eucalipto en llamas» y Mariana Mancebo Añez

ESCRITURA COMO LA VIDA:
A LA FUGA, NÓMADA

[Nota de la editora]

Lo más difícil de ver es lo que está ahí.
J. A. Baker

Por ELOÍSA OTERO

Mariana Mancebo Añez es venezolana de nacimiento y leonesa de adopción. Nació en 1993, en Barquisimeto —«la ciudad de los atardeceres», anota ella, aunque por su tradición musical también se la conoce como «la capital musical de Venezuela»—, en el occidente del país centroamericano. Su abuelo paterno era de Boñar, aunque emigró a Venezuela muy joven y allí se asentó, se casó y tuvo hijos y nietos. En 2003, cuando el país ya estaba sumido en la profunda crisis política, económica y social que se inició con el gobierno de Hugo Chávez —y que ha continuado hasta nuestros días con su sucesor, Nicolás Maduro—, la familia de Mariana decidió emigrar y probar fortuna en España, primero en Madrid y cinco años más tarde en León.

Mariana estudió Filología Hispánica en la Universidad de León, trabajando al tiempo en todo lo que le salía al paso. «Siempre he traducido inglés-español. Como fansub (del inglés fan subtitled) traducía y subtitulaba series de animación mucho antes de que existieran las plataformas digitales. Cuando entré en la universidad, me apunté además a japonés en el Centro de Idiomas. Al principio lo hablaba, pero no lo leía, y empecé a traducir también series japonesas», recuerda. Gracias al Programa Amicus de la ULE, tuvo la oportunidad pasar un año en Japón. Fue entonces, viviendo allí, cuando realmente aprendió japonés.

En 2017 la llamaron para dar clase en un instituto. «Pero aquello no era lo mío, y decidí hacer un Máster en Traducción». Desde entonces ha seguido ganándose la vida como ha podido, sin conseguir librarse de la precariedad. Entre los empleos que ha desempeñado —«para pagarme vicios como comer o dormir bajo un techo», matiza— figuran el de cocinera de Burger King, cantante de orquesta, repartidora de flyers en la Gran Vía de Madrid, camarera en un maid cafe de Tokio, profesora de lengua… y, en los últimos tiempos, el de traductora autónoma (freelance) de inglés y japonés para una empresa de videojuegos.

Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.
Clarice Lispector

«Es la primera vez que envío un libro mío a alguien, pero constantemente estoy enviando currículums», me confesó Mariana en uno de nuestros primeros encuentros. Fue en el mes de febrero de 2022, durante una sesión del Club de Lectura es.pabila, cuando la conocí. Al finalizar, se acercó para comentar que le gustaría enviarme un manuscrito suyo. Al día siguiente, me llegó por mail El eucalipto en llamas. Nada más leerlo supe que encajaba perfectamente en la línea de esta colección.

En su misiva, la propia autora resumía así el contenido y el sentido de este poemario que empezó en 2020, en plena pandemia, y que finalizó en 2021:

«El eucalipto en llamas es un poemario postcolapso. Postcolapso material, en una Tierra devastada sobre la que solo caminan dos seres humanos; y postcolapso personal, en el que dos personas se ven obligadas a vincularse en un mundo en que los Otros son un fantasma. Lo escribí durante una crisis vital, a lo largo del proceso de recuperación de la depresión y la ansiedad social. Lo escribí metiendo el dedo en la llaga, queriendo entender cuando no entendía, encendiendo cerillas en la oscuridad. Es, sobre todo, un libro que habla de la dificultad para vincularse con otros, de la dificultad de amar sin miedo y de la necesidad de buscar formas de amar bajo ese miedo que nunca nos abandona».

Unos meses después, en junio de 2022, Mariana ya estaba preparando su traslado a Japón. «Me llamaron de una empresa y me han contratado como traductora allí. Tenía ya muchas ganas de volver, y resulta que me voy a finales de agosto… Pero lo que me gustaría de verdad es transicionar a la traducción literaria». Desde ese anhelo, comenta que Satori Ediciones, por ejemplo, está traduciendo al español a los grandes clásicos de la fascinante y desconocida literatura nipona, como apuntando que ahí quizá podría encontrar alguna vía… Porque lo que se abre ahora ante ella son nuevas perspectivas y una vida muy distinta a la que se pueda llevar en España, empezando por Tokio, la ajetreada capital en la que va a instalarse, que califica como una urbe llena de contrastes: «En un mismo barrio puedes encontrar un rascacielos y un templo sintoísta en un bosquecillo que, cuando entras, parece que no estás en la ciudad».

Sobre León, la ciudad que deja atrás, manifiesta haberse sentido sorprendida por el movimiento cultural que ha detectado en estos años. «Siento que soy de aquí de alguna manera, aunque no elegí venir a esta ciudad. Cuando migras nunca te sientes del todo de ninguna parte».

Mariana se define como «bicultural, bisexual, poliamorosa, inmigrante, anarquista y pobre». Considera que las raíces familiares son importantes, y lamenta haberse separado muy pronto de sus abuelos (que se quedaron allá en Venezuela), por culpa de la emigración. «Hay heridas que tienen tus abuelos que se las transmiten a tus padres, y ellos a ti…», reflexiona. Recuerda, por ejemplo, que su abuela paterna leía mucho, y que también escribía. «Era y es muy sufrida, pero solo compartía su sufrimiento en la escritura».

Afirma que ella misma escribe desde niña, desde que tiene recuerdo. «La escritura es mi única arma para enfrentarme al mundo: es cuchillo de autodefensa y escalpelo de autoanálisis, un bisturí para examinarme a mí misma, a los demás y al mundo». Y aunque sabe que «todos escribimos en parte para los demás», reconoce que a ella le cuesta mucho compartir su escritura. «Siempre me he sentido mal entendida, y quizá escribo para entenderme a mí misma también». Mirando atrás, todavía se puede ver tecleando sus fantasías, a la edad de seis años, en un ordenador viejísimo. Ahora mismo dice que está escribiendo un relato familiar («Los malditos»), una especie de diario terapéutico. «Me cuesta no irme a la autoficción», advierte. «En realidad todos hacemos autoficción con nuestras vidas; el significado que le damos a la vida es ficcional, acabamos superponiendo la capacidad simbólica a todo… Porque al final nada tiene sentido; las cosas pasan simplemente porque sí…».

Entre sus lecturas menciona algunos clásicos, sin renunciar a nutrirse en distintos foros de opinión. Como lectora, asegura que puede pasarse una tarde con un ensayo de antropología política («quiero entender algo de lo que está pasando, me preocupan el cambio climático, el capitalismo…») y por la noche cambiar a Distancia de rescate, por ejemplo, una novela de Samanta Schweblin sobre los miedos del siglo XXI, o Mugre rosa, en la que la uruguaya Fernanda Trías recrea un futuro distópico en un mundo que obliga a sus habitantes a vivir prácticamente encerrados en sus casas, por miedo al cambio del tiempo en el exterior. En poesía menciona a Laura Campmany, Anne Carson («cuando escribí el poemario, acababa de terminar La elegancia del marido, que me dejó como klínex arrugado») o Ángela Segovia.

El eucalipto en llamas se puede definir como un poemario redondo y abierto a la fuga. Más allá de un juego de espejos entre el yo y el otro que soy yo («Somos la imagen superpuesta / que otros suponen / de nosotros»), más allá de un yo que también es un nosotros (en el sentido de dos, tú + yo), en este primer libro de Mariana Mancebo se dibuja un viaje a la intemperie a partir de una fractura. Se trata de una huida hacia adelante, de un dejarse ir, nómada, atravesando incendios, corrientes, desiertos, senderos que se truncan, ruinas y otros paisajes devastados para descubrir al cabo que… «Pese a todo, las estrellas lucen. / El temblor de la tierra, / el final de los ríos, / el incendio eterno de los eucaliptos, / el dolor que nos persigue, / les es ajeno.»

El eucalipto es una especie pirófita, amante del fuego. Si el incendio no fue catastrófico, sus raíces lograrán sobrevivir y rebrotará desde ellas al poco tiempo. Y en la misma medida en que las semillas de eucalipto, encapsuladas en sus duras bayas leñosas, son capaces de sobrevivir a las llamas para abrirse y germinar, el dolor también nos puede llevar a ser otro, a ser otra, a crecer para seguir andando y entender que, en lugar de esperar algo de la vida, es la propia vida la que quizá espere algo de mí, de ti, de todos nosotros…

Así pues (como escribió Mark Twain): suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre. «Escribimos / en la arena húmeda / cuando amanece», arranca uno de los poemas. «Quizás es lo único que te quede / de nosotros: / las historias en los libros, / las palabras en la arena. // Ojalá te cobijen / en las noches de estrellas mudas, / de soledad perpetua.» Ojalá.

:: Sobre la colección ‘A cuentagotas’

‘Libros… a cuentagotas’ es una iniciativa del programa de ocio alternativo es.pabila (Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de León) para dar visibilidad al trabajo literario realizado por jóvenes autores y autoras menores de 35 años y vinculados a León. «Más allá del empeño entusiasta que han puesto en ella cuantos participan en su gestación, esta colección espera servir de acicate y estímulo, pero también de conocimiento del medio a quienes empiezan a dar sus primeros pasos como escritores y escritoras».

La colección, al cuidado de la escritora y periodista Eloísa Otero, está abierta a todo tipo de géneros literarios: ensayo, poesía, narrativa, teatro y escritura experimental, entre otros, y nace con criterios de calidad y vocación de continuidad en el tiempo.

La imagen exterior de los libros ‘A cuentagotas’ es obra de la fotógrafa y diseñadora gráfica Rocío Cuevas, que fue seleccionada a través de una convocatoria dirigida a jóvenes ilustradores para realizar las portadas. La selección de la editorial encargada de publicar los libros se realizó a través de un concurso administrativo adjudicado a la Librería Universitaria de LeónEolas Ediciones.

“Más allá del producto final (un pequeño libro), lo que nos importa en este proyecto es que los jóvenes autores puedan conocer de primera mano el proceso de elaboración de un libro, desde que se escribe hasta que se publica, y que tomen contacto con el funcionamiento del mundo editorial”, apunta Eloísa Otero, editora y coordinadora de ‘Libros a cuentagotas’. Tanto ella como la diseñadora de las preciosas cubiertas de los libros, Rocío Cuevas, al igual que los editores de Eolas, Héctor Escobar y Raúl Sánchez —que son los que al final envían el libro a imprenta y lo publican en su sello, encargándose además de su distribución y venta—, tienen claro que lo que ponen en este empeño, además de su profesionalidad, es tiempo, cercanía, paciencia, mimo, cariño y buen hacer, acompañando a los jóvenes autores en su aventura de publicar un libro, probablemente su ópera prima, y también a la hora de presentarlo al público.

Los libros de la Colección:

  1. ‘La poesía leonesa y la Colección Adonáis. Una historia revisada’ (Ensayo), de Sergio Fernández Martínez.
  2. ‘Continente’ (Poesía), de Silvia Abad Montoliú
  3. ‘El velamen del desvelo’ (Metapoesía), de Mareva Mayo
  4. ‘La diáspora de las aves’ (Poesía) de Marina Gay Ylla
  5. ‘Diario para perder el tiempo’ (Escritura experimental), de Luis Martínez Campo
  6. ‘Pan de mar’ (Poesía), de Sara Abad Reguera
  7. ‘Carbón. Negro.’ (Escritura performativa), de Álvaro Caboalles
  8. ‘Todas las aves fénix’ (Poesía), de Álvaro Delgado Ordás
  9. ‘Carne y Barro’ (Escritura experimental), de Pilar Cañas Martínez
  10. ‘El eucalipto en llamas’ (Poesía), de Mariana Mancebo Añez

Próximamente:

  • 11. ‘Calendario celta’ (Investigación), de Beatriz Larepa
  • 12. ‘Jazz en León’ (Ensayo), de Rubén Díaz Domínguez
  • 13. ‘Cuentos ecofunkies (Narrativa), de Hara Alonso
  • 14. ‘Vacío’ (Miscelánea), de Diego Villoria Zapico

Se pueden adquirir online en:

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